Antonio Felipe Rubio
Periodista
La
fulminante liquidación de la ejecutiva del Partido Socialista de Madrid (PSM-PSOE) se ha justificado por las presuntas irregularidades
conducentes a posibles imputaciones, cuestionable cohesión interna y escasas
expectativas electorales de Tomás Gómez. Así, en Madrid, Pedro Sánchez da un
golpe de mano recuperando históricas depuraciones del PSOE que se sustentaron
en la eliminación de amenazas para el aparato establecido con alguna
disidencia, pero nunca para erradicar comportamientos reprochables, corruptelas
y desprestigio. La “fontanería” en las sucias sentinas ha sido preservada como
fondo de garantía y blindaje de permanencia.
Pedro Sánchez |
Si
alguna vez a Pedro Sánchez le asaltó atisbo alguno de depuración ante la
corrupción, aquí en Andalucía, tiene faena. Sólo tiene que dirigir su mirada
hacia Susana Díaz y comprobar cómo ha venido conociendo y ocultando
irregularidades manifiestas que alcanzan escalofriantes cifras multimillonarias
en ERE y cursos de formación fraudulentos. El problema radica, no ya en la
preservación de la honorabilidad del Partido y sus dirigentes, sino en el
cálculo de riesgo que conlleva hurgar en el socialismo devenido en régimen
omnímodo por espacio de más de 30 años y con una lideresa a la que sus fieles
le otorgan el don de la infalibilidad, como al Papa.
Pedro
Sánchez sabe que Susana conoció los ERE, cursos de formación y otras
mamandurrias como no podía ser de otra manera desde sus altas responsabilidades
institucionales y de partido (secretaria de Organización, consejero de
Presidencia, presidente de la
Junta …). Cabe la posibilidad de que fuese orillada, eximida e
ignorada por el sanedrín de actores de las martingalas y que Susana no se
enterase de nada; cosa improbable por naturaleza de su evidente ambición,
profundo conocimiento de las interioridades y maestría en la estrategia. La
finezza, carisma, providencialismo, demagogia, cercanía, entusiasmo, seducción…
no son cualidades aisladas y exentas de otras menos exhibidas y confesables.
Esto se aprendía en la mili. Un tonto rematao jamás puede parecer listo, pero
un listo puede parecer lo quiera en cada momento y circunstancia: tonto, bobo
solemne, sociópata o la bondad y virtud personificadas; todo depende del
objetivo a alcanzar.
Unas
razonables expectativas electorales son el mejor antídoto para aventurarse a
iniciar procesos regenerativos y depuraciones internas. Todo lo contrario. La
respuesta esperada es la de un solo hombre ante los “ataques” de los oponentes.
Y esto ya lo vimos en IU, otrora colaborador necesario y, ahora arrojados del
gobierno, recuperan el semblante de la honradez y el rictus de la
responsabilidad restauradora que obviaron durante su periodo de mullida
moqueta.
Son
así. Ya le pueden encontrar a Monedero los cientos de miles de euros o un
atolón de diamantes, da igual. La izquierda acomoda su discurso modulando el
grado revolucionario o contrasistema. A mayor gamberrada más intensidad
revolucionaria. Si las cuentas de Suiza descubren doce mil millones de dólares
de la Venezuela
del “pajarito” Chávez no pasa nada. Acabarán por denostar el cotizadísimo rollo
de papel higiénico como “símbolo de la decadente cultura imperialista yankee”.
Las hemorroides, como el comunismo, se sufren en silencio. A los disidentes los
“operan” rápido y gratis.
El
PSOE de la Junta
de Sevilla “cruje” a la juez Alaya por su oportunismo. Dicen que si se convocan
elecciones aparecen operaciones contra la corrupción, pero ¿qué fue antes la
corrupción o la actuación de la justicia? Susana puede estar tranquila, Pedro
Sánchez no se atreverá. Y de la justicia… está por ver.
En
cuanto a las elecciones, siempre hubo un fondo de complicidad y complacencia en
el dicho popular “dame pan y dime tonto”. Entre listos disfrazados y obnubilados
por la demagogia anda el juego.
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