Kayros
Periodista
Conforme
nos vamos aproximando a las elecciones, se habla más y más de escenas teatralizadas
en relación con la exposición de ideas programáticas. Los teóricos de la
comunicación perciben que la gente se interesa más por el espectáculo que por
los contenidos ideológicos.
No sé
si esto será fruto del auge comunicacional de la prensa del corazón o tal vez
de la falta de formación intelectual de los públicos. Como ha dicho Fernando Vallespín,
las confidencias, los rumores, los chismes internos de los partidos cotizan más
que los discursos. A consecuencia de ello, algunas ejecutivas dudan si en vez
de montar tediosos mítines en sentido tradicional para explicarle a la gente lo
que piensan hacer cuando gobiernen, sería más rentable optar por un espectáculo
colorista y circense con abundancia de atracciones más o menos populares y para
todos los públicos.
En
realidad si ustedes miran tanto la prensa como la radiotelevisión verán que la
dialéctica se alimenta de corrupciones de unos y otros, como si en la pelea del
tú más estuviera oculta la metodología
para la salida de la crisis. Tampoco da muestras de entusiasmarse demasiado el pueblo
con la cansina repetición de las pruebas numéricas, algo de lo que abusan tanto
Rajoy como de Guindos. Como dijo aquél nadie se enamora del 3 14 16.
Presiento
que más allá de las coordenadas y de las primas de riesgo, están las formas de
vida, los sentimientos y los valores culturales. Y aun me atrevo a insinuar si
no será esta la causa de que aquí en Andalucía el PP no obtenga mayoría
absoluta.
Llegan
las elecciones y los ministros se dejan caer como si fueran cobradores de
seguros, enviados por un dios extraño a Andalucía. Entre las masas se despierta
aquel rechazo visceral de los oyentes de Guerra: “Alfonso, dales caña”. ¿Imaginan
a Rajoy o Aznar tocando la guitarra y bailando en un colmao flamenco con esa
gracia que se les supone y que no se puede aguantar? Al menos como
entretenimiento, los andaluces se lo agradecerían de corazón en vez de
hablarles de recortes y tantos por ciento.
Para
mí el gran éxito de Susana Díaz es que no cesa de referirse a Andalucía, su
tierra. Contra esta rocosa determinación se estrella la odiosa maquinaria informativa
que le tienen montada los peperos.
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