Pedro
M. de la Cruz
Director
de La Voz de
Almería
La
configuración definitiva de las listas electorales nunca es el fruto de una
apresurada improvisación; ni la consecuencia de una circunstancia inesperada;
ni el resultado de la imprevisión que acompaña al azar. Todo está medido y cada
nombre que aparece tiene su porqué y su para qué. La elaboración de las
candidaturas se asemeja al movimiento de una noria que nunca se detiene y en la
que son siempre más los aspirantes a subir que los espacios a ocupar.
La
elección de Carmen Crespo como cabeza de cártel por el PP y la inclusión de Arenas
en el puesto número cuatro han levantado muchos interrogantes, pero las respuestas
son fácilmente explicables si se tiene el cuentan el contexto en el que se han
producido. Después de dos convocatorias encabezando, es obvio que Arenas podría
haber encadenado una tercera con el apoyo total del partido en Almería. Su
indiscutida vinculación con la provincia y su indiscutible aportación de “valor
añadido” a la candidatura popular -está sentado a la izquierda de Rajoy en
Génova- aporta beneficios a la marca PP.
La
pregunta entonces es: ¿Por qué no lo ha hecho? Sencillamente porque los beneficios
que aportaba en Almería se diluían en el riesgo de que su proyección política no
contribuyera al fortalecimiento de liderazgo de Juanma Moreno. La sombra de
Arenas sobre el nombramiento por Rajoy del nuevo presidente andaluz fue tan alargada
que su presencia junto a él en toda la campaña podría llevar acompañada la
percepción de un tutelaje a todas luces inconveniente.
Arenas
no podía ir de número uno. Si, pese a que no encabeza la candidatura, son
muchos los que han utilizado su continuidad en la política andaluza como un
argumento para menoscabar la solidez de Moreno, es fácil imaginar su
protagonismo si la hubiera liderado. Arenas al lado del candidato a la
presidencia en todos los actos conjuntos con los cabezas de lista andaluces
hubiera sido una estampa electoral que en nada beneficiaría; ni a uno ni otro.
Amat
lo supo desde el principio. El corazón le pedía la continuidad que la razón le impedía.
Al final un tipo tan pragmático como el alcalde de Roquetas buscó con Arenas y Moreno
la salida del laberinto que mejor se acomodaba a los tres. Mantengamos la
influencia de Arenas en el electorado almeriense disipando la niebla sobre el
liderazgo del aspirante a la presidencia de la Junta. Arenas hará campaña como
candidato por Almería pero reduciendo su protagonismo en el resto de comunidad a
lo imprescindible.
La
duda surgía sobre el puesto a ocupar. La conversación duró poco menos de diez minutos.
De número dos su presencia se antojaba excesiva y, a la vez, aminoraba el
liderazgo como cabeza de cártel de Carmen Crespo. El cuatro es una posición de
salida segura y no hay riesgos de protagonismo para nadie. Todos salen ganando.
En
cuanto a Carmen Crespo, la elección entre continuar en la Delegación del Gobierno
o encabezar la candidatura, es seguro que también le ha supuesto un coste
emocional. Crespo se encontraba cómoda en Sevilla. Su paso por la Delegación no le ha
supuesto ningún contratiempo administrativo o político de alcance y su
continuidad en la Torre Sur
del Parque de María Luisa no se veía amenazada si el PP volviese a ganar las
elecciones generales de otoño. En política, como en la vida, sólo los torpes cambian
las cosas cuando funcionan y Soraya Sáenz de Santamaría no marca el paso en ese
pelotón.
El
problema para Crespo es que ella, que está más cerca de la política que de la
administración, el regreso al parlamento le acercaba a su pasión. La Delegación es un puesto
político pero con un componente técnico de profundo calado. En cambio el Parlamento
es un escenario formidable para quien se siente un político de largo recorrido.
La
futura parlamentaria almeriense no va a ser una diputada silenciosa. Ocupe el puesto
que Moreno decida para ella en el grupo parlamentario, tendrá una posición de
protagonismo inevitable. Conoce la política andaluza desde las dos orillas. Antes
de delegada fue parlamentaria, y eso le aporta un plus que la inmensa mayoría de
sus compañeros no pueden exhibir.
Por
otra parte Crespo, con su aceptación al ofrecimiento de Amat, no sólo se
proyecta dentro de su partido en Sevilla (y, por tanto, en el resto de
Andalucía), sino que, a la vez, refuerza su posición en Almería. (No olviden
este detalle).
Hay
políticos “laguna” a los que llegar (y permanecer el mayor tiempo posible en el
puesto) colma su máxima aspiración. Crespo no se encuentra entre ellos. Ella se
sitúa en el equipo de los políticos “río”. Se plantea la llegada a cualquier puesto
como el alcance de una etapa, pero no como el paso por la última meta.
El
resultado de las elecciones de marzo dejará héroes y heridos y con su regreso a
la política parlamentaria Crespo estará en la mejor posición para acompañar al
victorioso o para curar las heridas al derrotado. Con su apuesta puede ganar
más o menos, pero en la jugada no cabe la posibilidad de la derrota. Y menos a
medio y largo plazo.
(Publicado en la edición vegetal de La Voz de Almería. Autorizada su reproducción)
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