Miguel
Ángel Blanco Martín
Periodista
“Nos
vemos en La Oficina ”
es uno de los mensajes libres en la calle. La oportunidad de encontrarse cara a
cara con un sentido que intenta recuperar la cuestión cultural sin artificios y
que se siente liberada en pequeños refugios culturales como La Oficina (calle de las
Tiendas, Almería). Teatro, poesía, novela, la palabra en distintas
circunstancias, todo en función de un sentido de liberación que promueve lo
cultural, frente a la desazón del mundo oficial, de la cultura banal programada
por la sociedad de consumo, llena de artificios, de falsedades, de reglas
mercantiles que sitúan lo cultural en función del negocio o del interés de
quien ejerce el poder desde la mediocridad. El sistema impone sus reglas y lo
cultural, o se acomoda a ella o está condenada al exilio o al silencio. La
cultura sin aditivos renace, pues, desde el silencio interior personal,
individual y colectivo. Nunca en las reglas del mercado.
Un acto en La Oficina |
Al
igual que en aquellos tiempos de iniciación, en que la cuestión cultural libre
encontró refugio en pequeños locales para sentir la verdad profunda del cante
jondo, o de la música o de la palabra escrita o pronunciada en un escenario
escondido; locales casi secretos o camuflados para pasar desapercibido, a
sabiendas de la amenaza de estar vigilados; de nuevo encuentra sentido que lo
cultural busque nuevos refugios para alimentar las inquietudes de las ideas, de
las formas, de los sonidos vivos, de los poemas al descubierto, que salen a la
superficie con precaución, de mundos que nacen a la vida desde la ficción, de
historias y leyendas que permanecen en los recuerdos y en la imaginación frente
a la realidad. Son lugares pequeños, donde alumbra la cordialidad y el silencio
expectante. Hay sonrisas y conversaciones abiertas. Se escucha a quien
interpreta en libertad sus sentimientos, sus ideas, sus mundos y deja
escapar la ficción que desvela la realidad y la interpreta. El sentido del
pensamiento crítico está en su ambiente.
En
esa noche en La Oficina ,
los asistentes nos adentramos en la poética de Virginia, a quien le gustan los
días de lluvia, que contempla alrededor con una mirada depredadora que
persigue, captura y transforma el mundo en otros mundos, en el territorio del
“cielo azul”, recorrimos “paredes oblicuas”, desvelamos el mundo urbano tan
próximo, sonreímos asombrados al ver volar “pajaritas de papel”, un nuevo
sentido en “silencio blanco”, los ecos impresionantes de “El bosque”, la
búsqueda de una “ciudad imaginaria” que permanece: “No existirá esa ciudad
construida para nosotros/no la harán nunca…”, en el transcurrir del otoño, del
invierno, de la primavera, no existe el verano, del crepúsculo, con un
desenlace no exento de amargura idealizada: “No soporto el naufragio de las
palabras…”.
Aquella
noche hubo, pues, muy buenos momentos en La Oficina , lejanos y tan acosadores los ruidos de
la mediocridad de la cultura establecida. Fue agradable respirar de nuevo en
ese silencio tan entrañable. A partir de ahora nos podemos ver en La Oficina. Pero busque
también en otros lugares, en otros pueblos y ciudades, seguro que hay más
refugios clandestinos de la cultura libre, sin aditivos. Son lugares necesarios
para resistir.
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