Antonio Felipe Rubio
Periodista
La famosa grabación de Irene Sabalete (delegada de Empleo en 2012)
amenazando a los contratados por la Junta de Andalucía de perder sus empleos si
no abandonan temporalmente sus labores y salen a hacer campaña “como los
testigos de Jehová” a favor del PSOE, es la expresión irrefutable de la red
clientelar del régimen socialista que abochorna, desprestigia y “arrastra por
el barro” (Susana dixit) a Andalucía.
La audición de esta grabación ha centrado el foco de atención sobre la
tal Irene, pero es necesario reflexionar sobre el inicio de la grabación, que
reproduzco: “El otro día tuvimos un consejo ampliado en Sevilla (…) y lo que el
consejero nos dijo ¡clarísimo! (…) Si no ganamos las elecciones vosotros no
vais a seguir trabajando…”.
Irene Sabalete |
Cabe preguntarse: ¿Al consejo ampliado sólo asistió la tal Irene o se
convocó a todos los delegados de las ocho provincias? ¿Las directrices eran
cosa del consejero (Manuel Recio, “Comando Fairy”) o partían de más altas
instancias? ¿Era la primera vez que se utilizaba tan deleznable procedimiento
de amenaza? ¿Se habrá repetido esta práctica en otras convocatorias
electorales? Bien, vayamos por partes.
Si Irene dice “tuvimos” y no dice “tuve” indica que había alguien más;
lo más probable, todos los delegados/as del ramo. Así, esa convocatoria, como
el contenido de la misma, fue viral en toda Andalucía. Por tanto, se supone que
los empleados de las delegaciones de Empleo fueron conminados a dejar de lado
su trabajo (fomento de empleo y productividad para mayor gloria de Andalucía) y
se aprestaron a “visitar” a empresas, autónomos y subvencionados en general
para advertirles de la continuidad de la mamandurria si votaban al PSOE de Andalucía;
incluso, se les arengó en el sentido de ampliar las subvenciones mediante
convenios con entidades (Caixa) y se especificaron cuantías y otros detalles
técnicos como atractivo en la técnica de la persuasión.
Esta humillante revelación ha dirimido en la calificación (juez Alaya)
de la “existencia de una red clientelar al servicio y beneficio del PSOE de
Andalucía”. Pero es que también ha desencadenado un aluvión de titulares,
opiniones y percepciones sobre la realidad de nuestra comunidad: “Así gana el
PSOE en Andalucía”; “PSOE-A, legión de Testigos de Jehová”; “Costumbrismo
medieval en Andalucía”; “O votas al PSOE o te buscas la vida”… Estas son
algunas perlas que he podido leer y escuchar sobre la percepción que de
Andalucía tienen dentro y fuera de nuestras fronteras.
Del asunto; Susana, ni pío. Ya no tiene que envolverse en la bandera
blanquiverde. Ahora toca buscar apoyos para, por encima de arrastrar por el
barro a Andalucía, permanecer en el poder: lo que de verdad importa.
No es de extrañar que algunos ciudadanos bienintencionados o seducidos
por el mensaje, conocidos los hechos, escupan sobre su voto aún caliente en la
urna y se sientan avergonzados de ser andaluces. Pero ser andaluces no requiere
pertenecer a esta reata de infesta calaña que tiene la convicción democrática
de un paramecio. Andalucía es algo más que la singularidad de un gobierno que
cultiva la incultura de la dependencia clientelar por un espacio temporal
abrumador (casi tanto como Franco). Andalucía es, en gran medida y a pesar de
su gobierno, un pueblo que sale adelante con esfuerzo e ilusión. El esfuerzo es
mayor por las trabas y discrecionalidad impuestas desde el sectarismo, y la
ilusión ha de superar la resignación de coexistir con una parte del electorado
con vocación de estipendiado vasallaje. ¡Qué cruz! Y qué vergüenza.