Diego
García Montoya
Unión
Mojaquera
Hace
unos años supe que no todo lo había hecho mal en esta vida. Y esa certeza la
tengo desde el día que mis hijos, aún demasiado jóvenes pero prácticamente
acabando sus carreras, me dijeron que ellos querían vivir en Mojácar, que querían
estudiar aquello que les valiese para poder ejercer en su pueblo, en la tierra
que han aprendido a querer para lo bueno y para lo malo, gobierne quien
gobierne. La tierra de sus amigos, de sus padres, de sus abuelos, una tierra de
la que siempre les hemos contado que es generosa en oportunidades porque es
imposible que un lugar donde brilla tanto el sol no florezca cualquier idea.
Mojácar |
Mis hijos
fueron el principal motivo por el que hace cuatro años decidí participar en la
fundación de Unión Mojaquera, el partido con el que este año vuelvo a
presentarme a la alcaldía
de Mojácar. No me malinterpreten. No quiero un sueldo, no busco un trabajo bien
remunerado. No me hace falta ni chófer, ni coche oficial y, sobre todo, yo no
llego a la política para quedarme, sino para abrir camino. Si
los que vienen detrás, nuestros hijos, quieren tener la oportunidad de quedarse
en su tierra es nuestra responsabilidad como padres, como mayores, como
ciudadanos, actuar hoy para garantizarles una Mojácar con futuro.
Es
hoy cuando tenemos que involucrarnos todos, hablemos castellano, inglés, francés
o alemán, en un proyecto conjunto y tangible. En una tarea de menos palabrería
y más hechos. Con menos promesas, más horas de trabajo voluntario de todos y
menos gasto público en estupideces que sólo alimentan el ego de algunos políticos,
de políticos que necesitan del dinero de los demás para intentar tapar sus
limitaciones intelectuales.
Mojácar
es una tierra de emprendedores, el punto donde nació el turismo de Almería. Aquí
surgieron los grandes empresarios, las grandes ideas. Si viajabas al
extranjero, al Reino Unido, sobre todo, conocían dos cosas fundamentales de España,
a Seve Ballesteros y Mojácar.
Cuando
mis compañeros me preguntan por dónde debemos empezar la reconstrucción, porque
hay que reconstruir, siempre les digo que el pilar no es de cemento ni de
alquitrán, que no se trata de edificios ni de carreteras, de mayor o de menor
presupuesto, sino de creer en Mojácar.
Nunca
recuperaremos el espíritu de Mojácar si no creemos en ella. Nunca saldremos del
bache de los últimos ocho años si no somos capaces de ilusionar al entorno para
que se lancen a emprender. Y nunca conseguiremos emprender sin antes entender
que no es una tarea exclusivamente de los jóvenes, sino de todos.
Se
puede emprender abriendo una cafetería, un despacho de abogados o una tienda,
pero también aportando tu experiencia vital para beneficio de la comunidad,
como voluntario, como mentor, como persona que sencillamente facilita contactos
para que otros puedan desarrollar su modelo de emprendimiento.
Mi
idea de Mojácar no se basa en un puerto deportivo, que entiendo que es
necesario, o en mejores comunicaciones, que son fundamentales. Mi idea de Mojácar
parte de una base mucho más fuerte que el hormigón del pilar de un puente. Mi
idea de Mojácar parte de la fuerza de la comunidad, de las sinergias que entre
todos somos capaces de generar y que hasta ahora no han sido aprovechadas para
crear un modelo de emprendimiento colectivo en el que todos seamos partícipes
de lo que hace o deja de hacer un ayuntamiento, porque se trata de entender a
la administración como algo tuyo, un elemento que juega a tu lado, en tu
equipo, y no en tu contra como ocurre ahora.
Vivo
convencido de que unidos hacemos más Mojácar, de que unidos es más fácil
emprender y de que si emprendemos generamos empleo. Y con ello bienestar, y con
ello salud.
Y si
me lo permiten lo de hablar de política lo dejamos para otro momento que yo hoy
prefiero hablar de personas y de objetivos, de Mojácar y de los mojaqueros, ya
hayan nacido aquí o en Dover o Calais, en Londres, París o Bucarest.