Jorge
Dávila
Periodista
/ El Día
Hay
impulsos que no son eternos. No llegan a desaparecer del todo, pero se
transforman. El David Bisbal que anoche dio un concierto en el Santiago Martín
de La Laguna
no es tan impulsivo como aquel joven recién graduado de la academia de
"Operación Triunfo". Normal. La vida pasa y nadie está a salvo de un
carrusel tan demoledor. Este Bisbal es más íntimo y baladista que el que saltó
a la fama con "Ave María", "Corazón latino" o "Lloraré
las penas".
Bisbal, en La Laguna |
Es un Bisbal algo más bajo de revoluciones, pero maduro. Ahora,
el mapa de su gira "Tú y yo" revisita inevitablemente títulos como
"No amanece", "Sí pero no" o "Diez mil manera".
Como si fuera alguna premonición el cantante se pregunta: "Si aún te
quieres quedar". Pues bien, si hacemos caso al aspecto que presentó ayer La
hamburguesa, da la impresión de que hay Bisbal para rato.
David
Bisbal sigue dando algún que otro giro, pero menos. Más de uno podría decir que
ha cogido fundamento, pero la realidad solo es un tránsito natural hacia otro
estado. Hace poco manifestó que no le importaría llegar al récord de Raphael
encima de un escenario. Lo dicho. El artista se ha reseteado para afrontar un
nuevo nivel. Continúa ofreciendo algún destello de catarsis interpretativa. Sí.
Pero el cantante que regresó a Tenerife tiene claro los pasos que debe seguir
para convertirse en eterno.
Canta para la clientela de siempre, pero también se
esfuerza por enganchar a los que creen que "OT" es una pieza más del
McLaren que tantos dolores de cabeza le está ocasionando a Fernando Alonso.
Bisbal es experiencia y frescura en un equilibrio que gusta pero, mientras se
instala en un escaparate en el que puede exhibirse con mayor moderación, por
mucho que se contenga siempre aparece el otro Bisbal.