Antonio Felipe Rubio
Periodista
No hay nada mejor que un titular
con una llamativa procacidad para excitar la atención de la audiencia. Es un
viejo recurso que despierta la curiosidad del lector seducido por una pulsión
indeclinable hacia las reminiscencias escatológicas que se remontan a una
infancia parcelada de tabúes y recato que se liberaba con caca, culo, pedo, pis…
y, como en el fondo somos niños grandes, pues se aprovecha para evocar el
énfasis de la inconsistencia a través de la estética abrupta.
“¡Qué coño hay que hacer para
que Rajoy venga… y tal y tal!” Lo importante de este “discurso” de Pedro
Sánchez es desviar lo sustancial hacia lo gestual. El taco ha sobrepasado las
barreras de la indeseable truculencia (cuenten los “coños” que se prodigan en
cualquier guión de cine español o teleserie). El taco se ha convertido en una
modulación del lenguaje que magnifica, atenúa, exalta, denigra… Pero, aun
superadas las formalidades, la corrección es previsible y deseable en discursos
de cierto nivel. Y es de esperar de un parlamentario que su expresividad se
acomode a códigos de comunicación menos truculentos, salvo que la escasez de
argumentos se supla con la elevación del tono y la estridencia.
Pedro Sánchez / El País |
Pedro Sánchez pretendió, con
toda la intención, llamar la atención de la audiencia con una expresión de la
factoría de ideas progresistas que llevase al límite de la exasperación una
pretendida imagen de inacción de Rajoy al no apresurarse a visitar la ribera
inundada del Ebro. Por otro lado, aplicando la reversibilidad y de haberse
apresurado Rajoy, hubiese recibido idéntica reconvención “¡Qué coño hace Rajoy
paseándose ante las cámaras cuándo lo que se necesita es trabajar con
urgencia!” Y es que no hay nada como estar en campaña para que cualquier
decisión se despeñe y no hay cojones para saber qué coño hacer para agradar.
El secretario general del PSOE,
Pedro Sánchez, ya era un grisáceo diputado con el Gobierno de Zapatero tras
derogar el Plan Hidrológico Nacional, y no mostró ninguna inquietud por
reactivar el PHN que contó con mil doscientos millones de euros de fondos de la UE para realizar una ambiciosa
y necesaria obra de infraestructuras que, entre otras muchas acciones,
contemplaba la laminación de avenidas, defensas de ribera, mejora y ampliación
de regadíos, abastecimiento industrial y urbano… y el trasvase del Ebro para
abastecer las cuencas deficitarias de levante y sureste (Almería).
Ya puede Pedro Sánchez proferir
coños y mecagoensos que no le van a eximir de su indeleble complicidad en las
perniciosas decisiones de esa calamidad conocida como Gobierno de ZP. Sánchez
pretende maximizar el dontancredismo de Rajoy con la exhibida genitalidad que
adornó la derogación del PHN, porque así les salió del pijo (saludos a los
también perjudicados murcianicos).
Aprovechándose de que somos
niños grandes nos tratan como tales, carentes de juicio y memoria. Y alguien
habrá que diga que Rajoy ha tenido tiempo de retomar el PHN; y aclaro que lo
prioritario era y es llegar a final de mes con la que nos dejó ZP. Perdimos toda esperanza de
recuperar los millones de Europa, y la
UE nos diría que no estaba -ni aún está- el horno para bollos.
Esto no tiene arreglo. Ahora,
Susana Díaz promete la creación de la oficina/observatorio/atalaya contra la
corrupción. ¡Pero qué coño! La única oficina que conozco relativa a corrupción
es la de los ERE, cursos de formación y la de los cafelitos que montó Juan
Guerra; y lo hizo ni más ni menos que en la Delegación del Gobierno
de Andalucía. ¡Ya hay que tener cojones, coño!
*Ruego disculpen la inducida y
coyuntural licencia. Gracias.
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