José-Tomás Cruz Varela
Comentarista político
Tras conocerse el resultado electoral da comienzo la etapa de
las justificaciones. Todos pretenden tener razón y nadie sume
culpabilidades ni responsabilidades. Varios barones del PP discrepan con la
postura adoptada por Rajoy consistente en la no admisión de errores. El
locuaz optimismo del presidente consistente en obtener una segunda
victoria en las generales y muy buenos resultados en municipales y autonómicas,
comienza a preocupar seriamente en los ámbitos de partido y Gobierno, que
no coinciden para nada con sus estimacione. La ausencia de autocrítica supone
un serio peligro para cualquier político. No reconocer las evidencias y
enrocarse en posturas utópicas, dificulta la regeneración de la formación
conservadora, transmitiendo inseguridad a sus dirigentes y votantes.
Esperemos que el presidente reflexione cuanto antes, admita sus equivocaciones
y no le de por convertirse en otro iluminado "contados de nuves" como
su antecesor en el cargo.
Otra secuela más de las elecciones andaluzas ha sido la protagonizada por la
presidenta de UPyD, Rosa Diez, en base a su peculiar
egocentrismo, afirmando una vez más que las disidencias internas en su
partido solo merecen indiferencia. Con su insufrible soberbia de
siempre alegó que el partido es ella, pretendiendo demostrar que su figura
está muy por encima de la militancia, no entrando en sus cálculos el
compartir personalismos con terceros. En cuanto a IU, continúa siendo
incapaces de fidelizar el voto de sus simpatizantes, que si bien con
anterioridad se incorporaban al PSOE, actualmente lo
hicieron en Podemos. aunque estos últimos regresarán a la formación
comunista en la medida en que el partido de Iglesias pierda fuerza.
Seis contra Susana / El País |
Siendo cantidad
los que se oponen a reconocerlo, el bipartidismo ha sufrido un duro golpe, en
esta ocasión protagonizado por el batacazo encajado por el PP en las pasadas
elecciones andaluzas. El efecto conseguido por Rajoy, pretendiendo apoyar a su
bisoño candidato, Moreno Bonilla, no ha podido resultar más negativo. Alguien,
entre sus múltiples asesores, debería haberle advertido que su presencia en
Andalucía, donde es identificado como representante de la más rancia derecha,
no cae nada bien, y los aplausos recibidos en sus seis días de campaña
participando en los mítines, provienen de una militancia totalmente adicta y
entregada.
Ahora
bien, una vez finalizado el proceso electoral, son muchos los que califican a
Juanma Moreno como un eficaz candidato y eso constituye un error
de apreciación. Cuando se pierde un tercio de votos y 17
escaños con respecto a los comicios del 2012, nos encontramos pura y
simplemente ante un fracasado. Tema aparte es que se pretenda
alegar justificaciones como el ser un desconocido en Andalucía, que dispuso de
escaso tiempo y todos los argumente que se quieran añadir, pero….¿es que todo
eso no se sabía antes de nombrarlo?
Para la casta popular, como sarcásticamente les apoda Pablo Iglesias
(Podemos) a los miembros del PP, pasar en tres años de 50 escaños a 33, es un
ridículo mayúsculo, que augura además un futuro electoral nada halagüeño de
cara a las restantes confrontaciones. Otra vez más hay que reconocer que el
Gabinete de Selección de la
Moncloa ha cosechado un nuevo fracaso con la designación de
Moreno, auspiciado por Arenas, Arriola y el mismo Rajoy.
Por
insólito que parezca, corrupción y nepotismo siguen sin pasar factura al
PSOE a efectos electorales, que nuevamente vuelve a ser el partido más votado,
de donde se deduce la total disociación entre lo publicado por los medios
y la opinión ciudadana sobre lo que sucede en realidad, estimándose la lucha
contra la corrupción como un problema secundario para los andaluces, lo que
aparentemente no parece normal.
El
voto de confianza que han recibido los socialistas una vez más, representa un
apoyo a la continuidad del clientelismo como un sistema perniciosamente
corrompido, pero a su vez, siendo admitido como algo consustancial entre una
parte la sociedad andaluza que cuenta con 1.000 imputados y que por el
momento no desaparecerá al menos durante los cuatro próximos años.
Sin
la menor duda, el gran éxito de la presidenta de la Junta ha sido el mazazo
asestado al PP por los votantes de “su” Andalucía. La pérdida de 17 diputados,
representa una seria advertencia para el partido del Gobierno, cuya forma de
interpretar y ejercer la política, está totalmente fuera de lugar a la vista de
los citados resultados.
Susana
Díaz fue criticada y con razón durante la campaña por lo pobre y limitado de su
discurso rezumando un populismo exacerbante a golpe de tópicos y repitiendo
hasta la sociedad los mismos argumentos, unido a su limitación de vocabulario,
pero es precisamente este tipo de lenguaje y contenido lo demandado por una
mayoría de votantes andaluces, y no solo de las zonas rurales. Las referencias
del discurso de los populares a la macroeconomía les importan muy poco.
Tan
pobrísimos resultados obtenidos por el PP, a pesar de haberse volcado el
presidente del Gobierno y varios ministros apoyando su candidato en Andalucía, ha
provocado que tanto Rajoy como sus dirigentes aparezcan ante el resto de la
sociedad española como un partido que no despierta simpatías, exento de carisma
y sin capacidad para atraer a las clases medias y mucho menos entre la
juventud. El quietismo, indolencia, lentitud de decisión y pasividad impuesta
por el Jefe del Ejecutivo y auspiciada por el aparentemente amortizado Arriola,
que quizá sea sustituido por Machiavila, forman parte de este gran desencanto
del que están impregnados. La sociedad no pide caras nuevas, sino políticas
nuevas ejercidas con otra agilidad que rompa con el inmovilismo arrastrado.
Imaginamos
que Rajoy, tras la amarga experiencia andaluza, al margen de las infinitas
reuniones que mantenga con asesores, entenderá de una vez por todas que con su
repetido mantra sobre el rescate, crecimiento económico y creación de puestos
de trabajo, suponiendo que todo esto ocurra, acercándonos a nuestros vecinos
europeos, no será suficiente para presentarse ante la sociedad como garante de estabilidad
y recuperar la confianza de los españoles.
En
cuanto a la irrupción de las dos nuevas fuerzas políticas, Podemos y
Ciudadanos, sean bienvenidos porque propiciaran y dinamitarán una nueva
forma de hacer política que será interpretado como una necesaria renovación y
sin que ello suponga cataclismo alguno. Concretamente, la formación de los
círculos con Pablo Iglesias a la cabeza, tal como venían apuntando los sondeos
de opinión, se irá desinflando paulatinamente. Su líder tenía previsto obtener
23 escaños en Andalucía e igualmente, la encuesta del CIS les adjudicó 22,
demostrándose que ambos fallaron en sus pronósticos. En cuanto a su
candidata, Teresa Rodríguez, con un discurso errático y más bien cortito,
realizó una faena de aliño pero logró canalizar el voto de una mayoría de
sufridos y resentidos.
Sobre
Ciudadanos, con sus 9 escaños, ha constituido todo un éxito con una candidatura
prácticamente improvisada en muy poco tiempo, obteniendo unos resultados que
jamás imaginaron, y todo ello considerando que si Díaz quiere gobernar tendrá
que contar con ellos actuado como “bisagristas”, término de lo más
desafortunado utilizado por Rajoy con la pretensión de ridiculizarlos y
consiguiendo precisamente todo lo contrario. Por mucho que le moleste a los
populares se han convertido en un partido que presentará una seria alternativa
al PP, donde se refugiarán todos los desencantados y frustrados con
el partido Popular, como ya ha ocurrido con unos cuantos miles en las
recientes elecciones andaluzas.