José
Fernández
Anticipándome
unos días al predecible festival de nostalgias no vividas que supondrá en
Almería la conmemoración del 14 de abril y la II República , traigo
a colación de memorialistas y melancólicos un dato: en 1931, las Murallas del
Cerro de San Cristóbal fueron declaradas Monumento Histórico y Artístico. Hace
por tanto 84 años que las torres y almenas que recortan en cielo que todos los
almerienses han visto a lo largo de su vida gozan del máximo nivel de atención
administrativa posible.
Foto: Amigos de la Alcazaba |
Comparen
ahora el estado de la Muralla
de San Cristóbal con el de la mayoría de monumentos reconocidos oficialmente en
España y el resto del mundo y sentirán otra vez esa desesperante sensación de
bochorno que nos asalta a los almerienses en demasiadas ocasiones. Ustedes
disculpen la franqueza, pero hay corrales que cuentan con mayores atenciones y
cuidados que ese tramo de muralla histórica, absolutamente abandonada,
desmoronada en tramos, conquistada por matojos y sitiada por el desinterés de
las administraciones responsables: la
Junta de Andalucía y, en menor medida, el Gobierno central.
Duele
pensar qué podría haber sido de ese legado histórico si los almerienses no
estuviésemos condenados al olvido sistemático por parte de la misma Junta de
Andalucía que mima con celo otros monumentos como la Alhambra o Medina
Azahara, pero que desprecia el enorme potencial cultural y turístico que supone
ese legado histórico.
Y
esta desidia no es reciente, ni tampoco casual, sino sostenida en el tiempo y
en el espacio. ¿Acaso se ha preocupado la Junta por desarrollar el famoso PERI de San
Cristóbal? Y es que si bajamos unos metros de esas murallas, nos damos de
bruces con la cochambre de una Plaza Vieja tapada con una lona para que no se
vea la ruina de una Casa
Consistorial que espera una década a que alguien en Sevilla haga algo para que
Almería deje de ser la única ciudad española y europea con su Ayuntamiento en
ruinas durante una década. En fin, sarna con gusto…