José
Fernández
josehome@hotmail.com
No
es que algunos y sobre todo algunas estén viéndole las orejas al lobo; es que
le están viendo ya hasta el escroto. Y como a cojón visto macho seguro, lo que
al principio parecía una chufla está cobrando visos de convertirse en realidad.
En una penosa realidad, añado. Les estoy hablando de la posibilidad de tener
que repetir las elecciones autonómicas en Andalucía en vista del aparentemente inamovible
atasco que impide la investidura de Susana Díaz como presidenta de la Junta de Andalucía.
Susana Díaz |
Fíjense
cómo estará la cosa, que la antaño sobradísima y faltona presidenta (recuerden
sus formas en los debates televisivos) anda estos días más suave que un guante
apelando al diálogo, al entendimiento, al bien común de los andaluces y las
andaluzas y todo eso, cuando su verdadera actitud quedó clara en la
escenificación de la bajada de la rampa de la sede electoral del PSOE la noche
electoral: somos un torrente y nos vamos a llevar por delante todo lo que nos
propongamos.
Bueno,
pues no parece que la cosa vaya así de fluida. Lo que marca el Estatuto de
Andalucía es que la presidenta en funciones, Susana Díaz, dispone de dos meses tras
la constitución del Parlamento para lograr una mayoría simple que la haga de
nuevo presidenta. Si no lo consigue pasado ese tiempo, el presidente del
Parlamento (ese hombre templado y sereno que dice que la derecha sólo sabe matar)
deberá disolver la Cámara
y convocar con todo el dolor de su corazón unas nuevas elecciones. Fecha
límite: 16 de junio.
Lo
malo es que a la presidenta que reventó la legislatura a su antojo para generar
–eso decía- un escenario de mayor estabilidad política en Andalucía le está
saliendo el tiro por salva sea la parte. Y en los conciliábulos parlamentarios
ya hay hasta fecha para la repetición de la jugada: el domingo 27 de
septiembre, coincidiendo con las catalanas. La hipótesis se está sublimando entre
los corrillos políticos, que asumen que la solidez presidencial pueda acabar
pasando al estado gaseoso: puf.