Iván Gómez
Redactor-Jefe de Diario de Almería
La campaña almeriense tiene en líneas generales dos tipos de candidatos: los que
esconden la marca tradicional de partido, una estrategia electoral que están
adoptando principalmente todos los que se presentan en listas del Partido
Popular y el PSOE, y los que convierten a la formación y sus líderes en la
propia marca, un claro ejemplo de lo que hicieron los de Podemos en las
andaluzas de marzo y los hombres y mujeres de Ciudadanos en sendas citas con
las urnas.
Para algunos candidatos el partido es un lastre y para otros es un incentivo |
Más allá de ideologías, del terreno siempre fantasioso de
iniciativas y propuestas, e incluso por encima de las personas, lo más común en
los 102 pueblos de la provincia en estos quince días de la campaña es que los
socialistas y populares releguen sus siglas a los recónditos emplazamientos,
los menos perceptibles, en folletos, cartelería electoral y pirotecnia en redes
sociales.
A pesar de que la experiencia ha demostrado que despegarse
intencionadamente de la simbología de tu formación no funciona e incluso puede
resultar contraproducente, son pocos los que se atreven en las filas del PP y
PSOE almeriense a presumir hoy de sus direcciones nacionales en plena crisis
del bipartidismo y con la que está cayendo en cuanto a la desafección ciudadana
hacia los viejos partidos.
Eso sí, las visitas de líderes siempre suman a la
causa, como lo demuestra el empuje que ha querido dar Pérez Navas a su proyecto
político con la respaldo de Pedro Sánchez y Susana Díaz. La presidenta de los
andaluces en funciones lo era todo, la marca con la que concurrían hace solo
mes y medio los socialistas en los 102 pueblos, y hoy es más utilizada por el
resto de partidos a la hora de desgastar a sus oponentes.
Pero si socialistas y
populares encogen las siglas, los ciudadanos de Miguel Cazorla las engrandecen
y hay más pasquines y merchandising electoral con Albert Rivera que con los
cabezas de lista en casi una veintena de pueblos en los que van a concurrir.
Ocurre algo similar con los intentos fallidos de unidad popular en un gran
bloque social de la izquierda en la ciudad, un par de candidaturas que se
quieren ver reflejadas en otras fuerzas que sí tienen el apoyo de Podemos. Son
figurantes anónimos que esperan pescar en el caladero de votos del partido de
Pablo Iglesias, pero no son auténticos, sino sucedáneos.