La Alcazaba y el derribo de cuatro piedras de sus murallas

Juan Torrijos
Periodista

El problema de la Alcazaba no es que se hayan desprendido cuatro piedras, que no son más, de una de sus murallas. Ni siquiera es que la Junta esté de espaldas al monumento. Pasará la Junta y el monumento seguirá ahí. El problema de la Alcazaba somos nosotros, los almerienses. Venimos soportando estoicamente el que los políticos de Sevilla hagan con nuestra Alcazaba lo que les da la gana sin inmutarnos. En los últimos 30 años hemos votado y aplaudido a unos políticos que han tratado al monumento como algo que está apestado. Y lo que es peor, se han buscado excusas a ese comportamiento que los políticos han ejercido sobre nuestra Alcazaba.

"Es problema no es que se hayan
desprendido cuatro piedras"
No nos lamentemos ahora por la caída de cuatro piedras, cuando los distintos gobiernos municipales que han pasado por la Plaza Vieja nunca pusieron el grito en el cielo ante lo que estaba haciendo la Junta con el recinto. Arreglarán las cuatro de marras y nos volveremos a olvidar de ella. Si en verano la Junta decide cerrar por la tarde, de nuevo aparecerá la noticia en la prensa, pero las conciencias seguirán dormidas.

Queremos un patronato de la Alcazaba ya. Y a ser posible sin nadie de la Junta. Queremos que Almería y los almerienses manden en sus murallas, queremos que cuando se desprenda una piedra seamos nosotros los culpables, no unos lejanos señores a las orillas del Guadalquivir y que encima miran por encima del hombro (¿desprecio?) a la lejana Almería.

Queremos que los delegados almerienses de la Junta no tengan que seguir defendiendo a sus señoritos sevillanos. No queremos verlos en la lenta agonía de tener que defender lo indefendible, diciendo tontería sobre tontería. Se les pone una cara de “pinocho” a los pobres. No queremos que se sientan humillados ante los almerienses por verse en la obligación de tener que mantener las decisiones de sus jefes de Sevilla. Y eso que la presidenta en funciones nos asegura que nos lleva en el corazón. Que no nos quiera tanto.

La Alcazaba debe ser muy grande y no le cabe en su tierno y amante cuore. Sus compañeros de partido en Almería capital no se atreven a decírselo, pero no sabe usted, doña Susana, el daño que les hace con ese gran amor que no se ve de cara a la Alcazaba y de tantas historias nuestras como tiene olvidadas. Estamos cansados del dogal que nos tienen impuesto.