La antiquísima ‘Cultura de Almería’

Antonio García Vargas
Profesor de Métrica Clásica

Hace ya algunos milenios, allá por el neolítico final y a través de todo el eneolítico, se desarrolló en estas tierras del sureste de la hoy llamada España la evolución ininterrumpida de un pueblo que nadie sabe a ciencia cierta de dónde vino ni cómo surgió, pese a los muchos planteamientos que se llevan a cabo sobre ello. En los estudios realizados sobre esta ‘avanzada’ civilización —antepasados de los iberos, según los historiadores, sobre todo contemporáneos, entre los que destaca Bosch Gimpera—, se hace constar que era muy superior a lo conocido entonces. Se la conoce con el nombre de «Cultura de Almería». No entraré en detalles (no es la primera vez que expongo partes de este tema) pues es muy fácil consultar sobre estos hechos, ya que esta cultura dejó su huella prácticamente en toda la península, hasta Los Pirineos, y cuyos restos han ido apareciendo posteriormente incluso en la lejana Asia.

Homero vino a nuestra tierra almeriense
 buscando las fuentes de 
la Ciencia
Métrico-Poética
Revisando la ‘historiografía’ de la región por un lado y sus probables mitos y leyendas derivadas (que es lo que realmente me interesa en la actualidad), me encuentro con la sorpresa de que apenas si hay bibliografía al respecto en tiempos recientes (menos de 3.000 años) y mucho menos, o sea, nada, de aquel milenio que duró la citada Cultura de Almería; ni siquiera en milenios posteriores. El asunto me apasiona, dado que llevo años tomando datos sobre hechos acaecidos a lo largo de tiempos inmemoriales, no solo históricos, sino de diversa índole y me ido encontrando con que otras mitologías, como por ejemplo la griega, la más representativa, contiene elementos en sus impresionantes y conocidos Mitos, que se apoyan en leyendas de países conquistados, en sus tiempos de gloria.

Es decir: que gran parte de la mitología griega y posteriores (Roma sobre todo, que se limitó a cambiar los nombres griegos para elaborar su particular mitología) bebieron de otras fuentes y que esas fuentes, en cierta medida, eran nuestras. Siempre se ha pensado que la Cultura nos llegó de Grecia a Occidente y no dudo que en esencia fue así, pero cada vez me aferro más a la idea de que, en gran parte, fue al contrario: ¡que Grecia fue receptora de buena parte de las ideas en que apoya sus Mitos y Leyendas! Y, sobre todo, que nuestro legado cultural tuvo mucho que ver en este asunto. 

Esto me ha llevado a elaborar, desde hace ya tiempo, una especie de mitología almeriense en particular y, en cierto modo andaluza, en general. Mas no una mitología al uso, basada en cuentos y leyendas, que es lo normal, y sobre lo que hay bastantes textos escritos, sino resaltando todo aquello que en las ‘otras’ mitologías, sobre todo la griega, puedan contener elementos de nuestro pasado histórico y cultural.

El resultado se publicará como obra impresa y digital en su momento, cuando esté profundamente revisada, y contiene historias fabuladas sobre hechos y mitos del pasado que sorprenderán —incluso llegarán a herir susceptibilidades, supongo—, por lo que en ellos se expone. Por ejemplo: los hechos están contados (y al tiempo es protagonista pues está presente en todas las secuencias) por el que yo denomino «Adán primero», o primigenio; el que tuvo por compañera a Lilith. Este Adán ‘oscuro’ creó al Adán posterior y a Eva, por expresa petición del ya muy anciano Dios… ¡varios miles de años después!

En la fase de las correrías de Ulises, veremos que la isla Calipso, de La Odisea, se encuentra en nuestro mar de Alborán. En el de Hércules conoceremos al Hércules andaluz, muy anterior al de la mitología griega. Sabremos que Hipatía de Alejandría era almeriense. Otra de las… ¿ficciones? será la de un Homero, todavía bastante joven, que vino a nuestra tierra almeriense buscando las fuentes de la Ciencia Métrico-Poética (los fantásticos pies métricos con que revolucionó después la poesía), y vino bastante antes de elaborar su Odisea e Ilíada, como es natural. No encontró la fórmula aquí pero Adán le acompañó a Egipto (dueños de la mejor poesía de entonces) y la encontró allí porque con anterioridad, nosotros… ¡se la habíamos ‘prestado temporalmente’ a ellos en la visita que nos hiciera mil años atrás uno de sus grandes faraones...!

Expongo, para terminar, un pequeño fragmento del poema (de 150 versos anapestos) que dedico a cómo Homero llega a nuestra tierra buscando la Fórmula Métrica de la que después surgieron sus grandes obras. La voz en primera persona es la de Adán:

DE CUANDO HOMERO BUSCÓ EN ALMERÍA LOS RITMOS DIVINOS

Heme aquí convertido en pastor de rebaños,
con mi flauta de pan y mi cesto de viandas,
a la orilla de un mar azulino, de peces dorados
y de rocas parlantes. ¡Ah, qué aguas tan claras!
¿Una mar entre jóvenes tierras alquímicas?
¡Salve, Tetis de sal quebradiza, que azul se revela!
Aquí estoy a la espera, paciente, sin prisas,
mas… ya llega. Ya llega el ansiado viajero.
Ya viene, ya se acerca...

Vislumbré al caminante. Encorvado y a tientas,
se acercaba, perdido, con sus pasos cansinos
y los ojos opacos.
—Me protejo —me dijo— de esta luz cegadora
de tu tierra, amigo, ¡qué belleza! ¡Qué luz!
Soy el ciego poeta; mi nombre es Homero.
Y soy griego, y rapsoda —añadió— ; soy cantor
de mis versos por aldeas y pueblos. Y busco,
y no encuentro, la fuente vital donde mana
el caudal de poesía, su alma, sus metros excelsos
y su savia, y su encanto.
Dime joven, ¿tú sabes del poema los metros?
¿Tú sabrías decirme del color de sus versos?
Hace tiempo que busco la divina medida
que en Egipto suaviza, hace más de un milenio,
la rudeza del verbo. Y me han dicho que sabes,
que conoces do moran. ¿Tú lo sabes, amigo?
¿Has oído decir de su música y metro?

—Hola, Homero. Yo soy el Adán primigenio.
Ni lo sé —contesté—, ni escuché su cantar
mas oí comentar a las flores, de un reflujo lejano
y del bosque me llega, versado, el susurro del aire.
Creo que puedo servirte de guía y amigo,
pues también escuché de ese mágico metro
que utiliza el egipcio, del ritmo y la música
con que arropa sus versos.
Hace tiempo, esta tierra, recogió del entorno
los sonidos, los ayes, las risas y cantos
del run run de las brisas, del piar de las aves,
ululares y llantos de los árboles todos,
del rugido del tigre al llamar a su tigra
y llamamos poesía al efecto divino
de la tal maravilla.
Mas un día llegó desde tierras lejanas
un apóstol del verbo y le hicimos ofrenda
del sagrado tesoro que guardara el ancestro.
Dijo ser faraón de una mágica tierra,
soberano del sol, de la estrella y el centro
de una inmensa cultura.
Él tomó de nosotros las melódicas notas…