Los pactos de Almería

Javier Salvador
Editor de Teleprensa

Sobre todo hay dos pactos en Almería que llaman especialmente la atención por su complejidad, los de la capital y Roquetas de Mar. En ambos casos al PP le basta con Ciudadanos para seguir gobernando, pero el gran dilema que tiene en estos momentos sobre la mesa la formación de Rivera es evaluar el efecto que tendría ese sí a Luis Rogelio o el sí entre sus votantes de cara a las elecciones generales de noviembre.

Si un partido grande pacta con otro pequeño, el segundo sufre al final las consecuencias. Son las matemáticas de siempre y en el caso de Almería capital Miguel Cazorla conoce de primera mano esos efectos, pues fue víctima de ellos cuando formó parte del primer gobierno de GIAL con Juan Megino, que pasó de cinco concejales a dos en sólo cuatro años.

Dentro de sus escenarios posibles está pedirle al PP que dos años gobierne uno y dos años el siguiente, y podría funcionar, aunque sus apoyos caerían en picado, ya que el voto que ha rescatado de los populares lo que le pide precisamente es que saque a Luis Rogelio Rodríguez y los suyos del Preventorio, sede de la alcaldía almeriense.

Miguel Cazorla
El PSOE se ve con posibilidades de gobernar e IU sería la más abierta a cualquier acuerdo que sacase al PP del Ayuntamiento. Ahora bien, los tres actores en escena, ¿serían capaces de sentar las bases de un gobierno de concentración para poner orden en una ciudad que sobresale por su paro y falta de transparencia? Sinceramente no lo creo a día de hoy porque no parece que existe ese grado de sensatez política que no mida tanto quién da el primer paso.

Por ahora Miguel Cazorla, el tipo al que más insultos y dossiers han dedicado desde el PP durante la campaña- llegó a plantear que les denuncia por esos ataques personales-, tiene en sus manos hasta hacerle el favor a Luis Rogelio Rodríguez de decirle que habría pacto si él no fuese el alcalde, lo que tampoco sería el fin del mundo para el actual regidor y senador del PP porque le encanta Madrid.

Más complicado aún está el panorama en Roquetas de Mar. También tiene la llave Ciudadanos y ahí Diego Clemente, un joven arquitecto que irrumpe de novato en el escenario político, se convierte en el verdugo de Amat. El presidente del PP, que es perro viejo, pondrá encima de la mesa que si él es el problema, se va dejando a Eloísa Cabrera como tenientealcaldesa, mientras él se retira otros cuatro años en la Diputación Provincial cerrando así su vida política.

El escenario sería convincente y hasta pintaría a victoria, pero si en Almería el voto a Ciudadanos es un castigo a Luis Rogelio Rodríguez, en Roquetas de Mar la fuga de voto tiene tintes hasta de vendetta. La opción multicolor es muy complicada porque hay tres partidos de izquierdas (PSE, IU, TR) que junto a los tres concejales socioliberales sumarían los concejales necesarios para dejar en la bancada de la oposición a Gabriel Amat y los suyos. Ahora tienen que demostrar si eso que decían de que había que sacar a Amat de la alcaldía a cualquier precio cubriría hasta un escenario de consenso de cuatro partidos entre los que nadie se atreve a levantar el teléfono.

Al PP como partido le han salido no mal sino muy mal las elecciones, pero aún así en Almería lloran con un ojo porque conservando la Diputación Provincial retienen su principal fuente de financiación, una institución en la que pueden, incluso, dar cabida a los que  podrían ser sacrificados en los pactos de gobierno.

Ciudadanos tiene ante sí el dilema de hacer carrera para conseguir unos resultado en noviembre que le permitan aspirar a un diputado y un senador, como mínimo, si se enfrenta en los pactos al PP y tira de la manta tanto en Roquetas como en Almería, o queda absorbido por el tamaño de los populares y comienza a retroceder. Dejarles gobernar en minoría no es viable porque ellos nunca se lo han permitido a los demás y jamás lo harían.

Una de las bazas a tener en cuenta es precisamente el tamaño de la tarta que es el Ayuntamiento de Almería, donde algunas fuentes cifran en más de 300 las personas que han colocado los populares en los últimos tiempos para asegurarse familias de voto. La cifra es sólo una pequeña muestra, puesto que sólo entre asesores y directores de área (cargos de confianza) suman casi el centenar.

Se trata de puestos que van desde el campo de golf de El Toyo hasta los nuevos museos que se han abierto en la ciudad, un espacio que si se abre a Ciudadanos le aseguraría un ritmo de adhesiones suficiente para los objetivos de otoño en esa sucesión del PP que parece haber comenzado en todo el Estado.

Pero en todo este escenario también tiene mucho que decir el PP de Almería que cuenta con grandes estrategas como asesores directos, nombres como Arenas, Matarí o Hernando están a golpe de teléfono y no son moco de pavo por muy arrogantes y autosuficientes que se muestren en la capital. La clave estará en el tipo de negociación que planteen a Ciudadanos, si será contributiva, competitiva… Y luego al final, puede que hasta piensen en el ciudadano.