José
Fernández
josehome@hotmail.com
¡Ay,
Susana! Trece, trece de mayo, y no hay nadie que quiera encontrarse contigo.
Vamos camino de dos meses desde que bajaste la rampa en la noche de tu victoria
con tu chaqueta color manzana y sonrisa forzada en tus labios de cuchillo. Pero
de aquello que nos vendiste como remedio para terminar con una inestabilidad
política que te tenía abiertas esas carnes fecundas, nada de nada. Las letras
de tu partido sobre las de los demás que esperabas que iban a acudir a
entregarse no sólo no han borrado linajes ni apellidos, sino que han secado el
jacinto que querías ver brotar en el patio de tu presidencia.
Susana Díaz |
Y mientras tanto,
los andaluces llevamos casi dos meses sin gobierno, sin referencia y sin perro
que nos ladre. Bendita sea la mare que te ha parío, Susana. No te ha valido
sentarte en el gabinete con la muchacha esa tan peripuesta, ni con el suavón de
las gafas que ha pasado ya por todos los partidos. Y mucho menos con el otro
que iba a verte con corbata y carita de pedir un Almax al primer conserje.
Ni
eres tan lista, ni eres tan irresistible, Susana. Ya puedes ir descalza por los
caminos, o abrirte las venas, que ya nadie quiere dar contigo. Piensa, pues,
qué es lo que está pasando para que nadie quiera llamarte madrina, por fuera
jardín de rosas, por dentro concertina fronteriza entre lo que se planea y lo
que se obtiene. Quizás es que consideras que la exigencia de poner tres cruces
a tus predecesores es demasiado dura y fruto del antojo o el capricho de unos
recién llegados.
¿Acaso no importa que ellos hubieran de estar necesariamente
al tanto de todo lo que se ha robado a tu vera, siempre a la verita tuya? Puede
que tu corazón sea cometa, pero en tu mano está el ovillo que has lanzado. Y ahora
te toca recogerlo. Ay, trece, trece de mayo, Susana, y nadie se encuentra
contigo.