El PP acabará como la UCD

Joaquín Abad
Exdirector de La Crónica de Almería

A finales del ochenta y dos, tras la aplastante victoria de Felipe González frente a un líder con tan poco carisma como era Leopoldo Calvo Sotelo, un empresario hotelero del sur de Andalucía me confesaba, encantado, que por fin ahora sabían cuanto costaba una licencia y a quien había que pagar. "Antes, con los de la UCD, perdíamos el tiempo. Estos chicos del PSOE han tarifado la corrupción", fue la frase textual de mi amigo Miguel Rifá durante una reunión en la asociación de empresarios.


Han pasado treinta y tres años y creo, por la cantidad de imputados en las diferentes tramas corruptas que sufre el Partido Popular, que tenemos un panorama siniestro. Donde gobierna toda la vida el PSOE, en Andalucía, ya sabemos que todo se pudrió desde el primer momento. No hay que recordar Filesa, Malesa y cientos y cientos de casos de corrupción que han terminado en los juzgados. Ahora mismo la juez Ayala tiene imputados a media Junta de Andalucía, responsables sindicales, empresarios favorecidos por chanchullos de muchos millones.

Me da en la nariz que el Partido Popular lleva la misma hoja de ruta que acabó con la UCD fundada por Adolfo Suárez y que terminó como todos sabemos porque había varios gallos en el mismo corral. Por lo menos, esa UCD no desapareció con sus diputados, sus altos cargos, en la cárcel o a punto de ingresar. Eso le va a pasar a este Partido Popular que, aparte de ganar por mayoría absoluta hace cuatro años, no cumplir casi ninguna promesa electoral, se disolverá con cientos de imputados por corrupción.

Y la deriva del histórico PSOE hacia el radicalismo de izquierda puede que en estas municipales le proporcione alguna alcaldía, pero la huida de los votantes del centro, que son varios millones que inclinan la balanza en cada periodo electoral hacia PP o PSOE, van a quedar huérfanos. Porque no creo que les guste el discurso del partido liderado por Pablo Iglesias, que por rupturista puede llevarse algún millón de votos de todos los cabreados, pero no ganar por mayoría aplastante en las generales que vienen.

A lo mejor es que a generación nueva le corresponde partido nuevo. O sea que los nuevos líderes, si saben hacerse con ese voto de centro, tendrán la llave del futuro.