Espectáculo, bochorno y vergüenza en el Maestro Padilla

Juan Torrijos
Periodista

Almería tenía que ser de nuevo la noticia de portada en todo el país. De nuevo Almería dando la nota política. Me cuesta trabajo ponerme en la piel de Cazorla. ¿Qué habría hecho yo si tras el espectáculo del viernes con rueda de prensa y firma de acuerdo con Juan Carlos Pérez Navas me obligan a cambiar de voto en el último momento? ¡Trágame tierra!

Me habrían faltado losas donde esconder mi vergüenza, mi bochorno. ¿Habría sido capaz de presentarme en el auditorio y votar en blanco como hizo Miguel Cazorla? No lo sé. Es posible. Pero me habría costado lo que ustedes no se pueden ni imaginar. ¿Merece la pena estar en política para que le hagan a uno jugar partidas con estas cartas?

¡Trato hecho!
Ciudadanos deja a Miguel a los pies del bochorno, de la vergüenza, del espectáculo. ¿Tendría que dimitir el señor Cazorla del Ayuntamiento y de la coordinación de Ciudadanos? Si tuviera la mínima dignidad política Miguel tendría que decir adiós.

No creo que ningún político se merezca una situación como la que el partido de Rivera le ha hecho vivir al señor Cazorla durante la noche del viernes y la mañana del sábado, aunque desde algún sector se pueda decir que tras los veinte días que ha vivido Miguel y ha hecho vivir a los demás candidatos se merecía lección tal.

Bochorno ante la actuación de algunos de los almerienses presentes en el pleno, que han pitado, gritado y puesto en solfa a un concejal del Ayuntamiento de la capital. Ayer lo hubieran puesto en los altares, hoy lo mandaban al averno. El bochorno se le notaba en la cara a Juan Carlos Pérez Navas por lo que hacían algunos de sus compañeros, no contentos ante el cambio de voto de los candidatos de Albert Rivera. Mal rato el que estaba pasando el candidato socialista.

Bochorno sentía cualquier almeriense que en vivo o través de la televisión seguía el pleno de investidura. Almería no se merecía un espectáculo como el ofrecido por unos fanáticos, que se olvidaron por unos minutos que eran ciudadanos. Bochorno y vergüenza que sentía el presidente por edad del pleno, Rafael Esteban, ante el espectáculo que estaban dando con sus gritos y pitos algunos ciudadanos, que no le hacían caso cuando pedía silencio y compromiso ante el acto institucional que se estaba celebrando.