Joaquín Abad
Exdirector de La Crónica de
Almería
Siendo rigurosos hay que aplaudir el mérito del exministro José Bono al
revelar en su segundo libro cientos de asuntos que han sido ocultados a los
españoles. Porque de la jugosa lectura del libro Diario de un
ministro, que nos narra día a día sus conversaciones, sus pensamientos,
sus decisiones, sacamos varias conclusiones.
Diario de un ministro |
Aparte del método utilizado para conseguir textualmente dichas conversaciones,
de las que se da cumplida cuenta en el artículo que publica mil21.es, es interesantísimo conocer desde dentro
las decisiones que se tomaron en la etapa de Rodríguez Zapatero. Sobre todo hay
que conocer como se llevó a cabo la negociación del Estatuto de Cataluña, que
Bono insistía que era una ventana al secesionismo y que él, como ministro de
Defensa, no estaba nada de acuerdo. Anunció a quien quería escucharle que se
marcharía del Gobierno antes de que se aprobara un estatuto con el que estaba
totalmente en contra y avisaba, como otros ministros, de que era un error.
En las páginas del libro se describen, con la claridad que caracteriza al autor y político, las interioridades de un Gobierno que cede ante los nacionalistas, las negociaciones de Alfredo Pérez Rubalcaba que fue quien lo llevó a cabo, así como las maniobras de María Teresa Fernández de la Vega para que no se debatiera.
Es una pena que conozcamos ahora, y no en su fecha, las propuestas de Maragall, de Artur Más pidiendo más dinero a cambio de no seguir la senda independentista, todo lo del tres por ciento que venían cobrando, desde siempre, los de Convergencia a las empresas que hacían negocios en Cataluña. La historia que conocemos es la que en su día se filtró a los periódicos, que no era la real. Como todas las intentonas de proclamas de militares que se manifestaban contrarios al estatuto catalán.
No hay que leer el libro para estar de acuerdo de que José Bono fue un buen ministro de Defensa. Ejerció un cargo que le iba como anillo al dedo y fue leal en casi todas sus actuaciones. Frenó al mismísimo Rey Juan Carlos en muchas de sus interferencias y al sentirse respaldado por el Presidente del Gobierno, por Zapatero, actuó con completa independencia y patriotismo. Otra cosa son sus negocios, su fortuna y demás asuntos.
En las páginas del libro se describen, con la claridad que caracteriza al autor y político, las interioridades de un Gobierno que cede ante los nacionalistas, las negociaciones de Alfredo Pérez Rubalcaba que fue quien lo llevó a cabo, así como las maniobras de María Teresa Fernández de la Vega para que no se debatiera.
Es una pena que conozcamos ahora, y no en su fecha, las propuestas de Maragall, de Artur Más pidiendo más dinero a cambio de no seguir la senda independentista, todo lo del tres por ciento que venían cobrando, desde siempre, los de Convergencia a las empresas que hacían negocios en Cataluña. La historia que conocemos es la que en su día se filtró a los periódicos, que no era la real. Como todas las intentonas de proclamas de militares que se manifestaban contrarios al estatuto catalán.
No hay que leer el libro para estar de acuerdo de que José Bono fue un buen ministro de Defensa. Ejerció un cargo que le iba como anillo al dedo y fue leal en casi todas sus actuaciones. Frenó al mismísimo Rey Juan Carlos en muchas de sus interferencias y al sentirse respaldado por el Presidente del Gobierno, por Zapatero, actuó con completa independencia y patriotismo. Otra cosa son sus negocios, su fortuna y demás asuntos.
El libro es una aportación a la reciente historia del gobierno de Rodríguez
Zapatero cuya verdad la conocemos ahora, que no en su día.