Raúl Montoro Rodríguez
Licenciado en Derecho
El señor Comendador, ex regidor hoy del Ayuntamiento de Almería, nunca pensó que
el catarro electoral que sufrió en mayo se transformaría en su cadalso
político. Confiaba en el jugo de naranja que el señor Cazorla le estuvo dando a
beber las últimas dos semanas. Una fruta de primera -pensaría- que llenaba de
esperanza su mayoría simple. Pero esa ilusión se tornó en punzada mortífera,
zumo de mal trio.
Diario de Almería de hoy |
Y fue de un día para otro, según ha confesado don Luis
Rogelio. El jueves noche limpiaba el bastón de mando mientras escuchaba los
cantos de sirena de don Miguel, dice, pero éste lo sentó de un plumazo en la bancada
de la oposición la mañana del viernes. El mundo real es un lugar complicado,
imperfecto y, en ocasiones, hasta impredecible, seguro que reflexionó.
Desengañado, el candidato popular tildó al cardenalicio don Miguel de traidor
con "nocturnidad", y de "personaje" movido solo por
"intereses personales". Esto último, lo realmente justificador y
clarificador, lo despachó fugaz como una supuesta animadversión del
"ciudadano mayor" de Almería hacia los ediles Carlos Sánchez y Ana
Labella. Parecía don Luis querer contar más, pero hasta ahí leyó. Lástima.
El señor Cazorla justificó el voto a favor del que será nuevo alcalde, el señor Pérez Navas (al que felicitamos y esperamos un mejor gobierno para la capital). Y lo hizo por descarte, según él por no poder auxiliar a un partido local -el del señor Comendador- con concejales que a futuro predice se podrán topar con una imputación judicial. La coherencia obligaría extrapolar esa misma decisión a otras ciudades donde han actuado diferente.
Por su parte, la reacción de don
Juan Carlos ante ese apoyo del partido naranja fue, como la de don Luis, de
absoluta sorpresa, aunque en positivo. Parecía real, sin trasfondos, los mismos
que hacen dudar cuando habla de la "gran generosidad" y "altura
de miras" de don Miguel al posibilitarle el consistorio. Y es que le
regaló a éste los dos años de alcaldía que don Luis negó. Cabe preguntarse si
esto, también, serán intereses personales. Ellos sabrán. La incapacidad para
tolerar la ambigüedad es la raíz de todas las neurosis, dijo Freud. Y podría sumársele
la estupidez, porque a la clase política le gusta.