Javier Salvador
Editor de Teleprensa
Durante
doce años Almería ha tenido alcalde del Partido Popular. ¿Han sido todos malos?
No. El declive real de la ciudad comenzó hace ocho años. Conforme subía el
grado de prepotencia de Luis Rogelio Rodríguez-Comendador y los suyos, bajaba
en igual proporción la calidad de vida de muchos almerienses, de los barrios
más alejados del centro, de aquellos que señalaban con el dedo o la tecla a
quienes creían que la política era un arma con la que apuntar a quienes
opinaban distinto en vez de entenderla como ese botiquín en el que están los
remedios para muchos males.
Y lo
más ilusionante de esta etapa que se abre no es que el PSOE gobierne la ciudad
de Almería. No. Que nadie se equivoque, porque puedes comulgar o no con unas
siglas, con unos ideales, pero es difícil no llegar a entenderte con gente que
es amable por definición y generosa por educación. Y sí, en ese preciso orden.
Juan Carlos Pérez Navas |
Juan
Carlos Pérez Navas, Miguel Cazorla (CS) y Rafael Esteban (IU) tienen estilo
propio y mejor o peor entendido individualmente, por lo que sí apuesto es
por que en conjunto pueden ser un motor de enorme fuerza para llevar a esta
ciudad al lugar que merece. A ese que le corresponde. Un gobierno en minoría no
es obstáculo para hacer política, sino todo lo contrario. Es el escenario
perfecto para hacer ciudad con mayúsculas y exprimir al máximo todas las
posibilidades que individual y colectivamente cada una de esas personas y sus
partidos pueden aportar a un proyecto en el que no sean unas iniciales las que
manden, sino los intereses de toda una ciudad.
Hoy
puedo decir que me gusta Almería porque el futuro que se abre en estos cuatro
años es apasionante. Conozco los programas de los tres, aquello en lo que
coinciden y las ganas que tienen de demostrar que viejas aspiraciones de esta
ciudad pueden convertirse en una posibilidad tangible en apenas cuatro años. Puerto-ciudad, barrios puestos en valor en pro del turismo como motor de empleo.
Verdadera política social volcada en atender a las personas y no en utilizarla
como excusa para generar jugosos contratos que dar a las empresas amigas.
Se
abre un espacio de igualdad de oportunidades, pero también un tiempo en el que
aclarar las sombras que han oscurecido al Ayuntamiento de Almería hasta
convertirlo en uno de los más opacos de España, año tras año, y sin posibilidad
de apelar al sentido común porque fue sepultado con mayorías absolutas y
totalitaristas.
Me
gusta Almería, y tanto me gusta que me declaro voluntario de esa tarea que
entre todos tenemos que asumir para que no volvamos a caer en ese oscurantismo
que ha creado bandos mandados por auténticos bandoleros de ciudad. Voluntario
para que no volvamos a perder el norte y vernos abocados a resignarnos a que
una ciudad es lo que su alcalde ordena y manda y no lo que sus ciudadanos
quieren.
Un alcalde es el portavoz de una comunidad y dependiendo del talante
que tenga puede entender una crítica como una excusa para mejorar o un motivo
para emprender una guerra contra alguien a quien si o si pretendas silenciar
utilizando el poder municipal como un arma.
Navas
es esa persona dialogante que heredó del inmortal Santiago Martínez Cabrejas
las formas de hacer que necesita una ciudad en la que el setenta por ciento de
los barrios son obreros, humildes y no por ello carentes de capacidades y
posibilidades. Pero no quitemos valor a lo que pueden aportar el resto.
Miguel
Cazorla, con su peculiar personalidad, es uno de los tipos más creativos que he
conocido en la concepción de modelos de ciudad volcados en el uso turístico de
la cultura, de la raíces, de los valores locales. Rafael
Esteban es uno de los pocos políticos almerienses que tiene un conocimiento tan
profundo de la ciudad que resulta imposible rebatirle nada porque,
sencillamente, se ha ganado la cátedra de almeriensismo a pie de calle.
Lo
importante del pacto firmado en Almería es que no necesitan estar todos en un
mismo gobierno, sino involucrados en un único proyecto para que ese
#megustaalmeria no sea el recurso publicitario y vacío de un grupo político,
sino el sentir de una ciudad que goza del mayor número de horas de luz a lo
largo del año en toda Europa, pero en la que es ahora, a partir del lunes,
cuando empieza a brillar el sol.