Andrés Sánchez Picón
Catedrático de Historia Económica de la UAL
Por estos días se cumplen los
120 años de un suceso que conmovió y movilizó a la ciudad de
Almería casi tanto como las celebraciones de los tres ascensos de su equipo de
fútbol a la Primera División. La llegada del ferrocarril el 25 de julio de
1895, con la entrada en servicio de la línea hasta Guadix y la inauguración
del edificio de la estación, se vivieron con extraordinaria intensidad en la
capital.
La portada de La Crónica Meridional de aquel día
recuerda las tres fechas memorables en el largo recorrido hasta la llegada de
lo que se consideraba entonces el símbolo indiscutible del progreso, ese
avance que ayudaría a superar el secular aislamiento que había
condenado a esta tierra.
La Crónica Meridional |
Ciento veinte años después, a
los almerienses que recordamos aquella fecha histórica nos invade un
estado de ánimo que oscila entre el abatimiento y la cólera.
Disculpadme que me autocite, pero en mayo de 2008 publiqué un artículo
(Nos sobra el tren), del que me atrevo a rescatar un par de párrafos
que entrecomillo:
"Ochenta y cinco, a
ochenta y cinco misérrimos kilómetros asciende la dotación ferroviaria de la
provincia de Almería. Si la cifra en términos absolutos resulta deprimente,
en términos relativos (teniendo en cuenta la población o la superficie
provincial) nos sitúa a la cola de España. Además, estamos peor que
nunca. La destrucción de equipamientos ferroviarios en Almería ha
sido impresionante en el último medio siglo, hasta el punto de que hoy
“disfrutamos” de una red ferroviaria con una extensión que no alcanza ni el
50 por 100 de la que existía hace un siglo, mientras que se han
desactivado varios servicios del trazado superviviente (expreso nocturno,
Barcelona, etc.). A la cortedad se le añade la mala calidad".
Y finalizaba: " La
superación de nuestro aislamiento ferroviario requeriría otro ritmo; de lo contrario,
me temo que pronto comenzaremos a pagar (quizás ya lo estemos
haciendo) una elevada factura." (Diario de Almería, 15-5-2008).
No me podía imaginar que siete
años más tarde, la situación del servicio ferroviario podría ser todavía
peor. Ahora mismo (¿y durante cuánto tiempo?)los viajeros hasta y
desde Sevilla, tienen que soportar un penoso transbordo en autobús
entre Granada y Antequera; las distancias horarias se mantienen o se
alargan, y las inversiones para la incorporación a la alta
velocidad llevan casi cuatro años paradas.
Preferiría que los
responsables de este desafuero alzaran la voz con gallardía para reconocer que
el AVE no llegará nunca a esta provincia o que lo hará en fecha imposible
de determinar o que el proyecto caerá víctima de los nuevos
criterios de la planificación ferroviaria…Cualquier cosa, antes que seguir
soportando esta cadena de excusas y dilaciones que ponen de manifiesto una
enorme falta de respeto a la ciudadanía.
Entre proyectos y obras, esta
conexión va a tardar en ejecutarse (si tal ocurre) más tiempo que el que
las empresas Caminos de Hierro del Sur de España y Fives Lille
necesitaron, hace más de un siglo y con tecnología decimonónica, para
salvar la distancia entre Linares y Almería. Paisanos, ¡sacudámonos de una
vez la modorra!