Armando García
Director de AG Comunicación
El inicio del rodaje de la serie Mar de plástico para Atresmedia ha servido para dejar muy claro a toda España que en los invernaderos de Almería huele a muerto. O eso es lo que dicen algunos de los actores que participan en la serie, que han hecho declaraciones sobre la presunta existencia de “cadáveres enterrados en el desierto” y han acusado a la prensa local de encubrir algunos hechos delictivos para salvaguardar la imagen de la zona. Menos mal que el creador y guionista de la serie, Juan Carlos Cueto, aseguró en una reciente entrevista que no iban “buscando la polémica: simplemente nos gustaba Almería por lo que tiene de especial”.
Yaima Ramos |
Otra cosa que España sabe muy bien a estas alturas del rodaje es que los actores deben trabajar en el interior de los invernaderos con temperaturas que llegan a los 55 grados “con sudor, mareos y hasta cegueras”, como recoge la web de Antena 3 en su información promocional sobre esta serie. Cualquier futuro espectador que lea esto desde Oviedo, por ejemplo, lo primero que piensa es que en Almería se producen las frutas y hortalizas que él se come en condiciones indeseables que atentan contra la salud de los trabajadores. Normal, yo pensaría lo mismo si no conociera Almería y si nadie me explica que en verano el horario de trabajo en los invernaderos se adapta para evitar las horas de más calor. Por eso la jornada empieza más temprano y se hace una larga pausa en las horas centrales del día.
No obstante, me gustaría saber quien ha asesorado a estas criaturas de Atresmedia para hacerles rodar en la peor época del año desde el punto de vista de las condiciones climáticas. ¿Por qué tanta prisa? La productora de la serie asegura que los primeros capítulos llegarán a la pequeña pantalla en septiembre, coincidiendo con el inicio de la nueva campaña agrícola y las exportaciones hortofrutícolas. ¿Casualidad? ¿Por qué no han rodado en primavera? ¿O en otoño?
Ya es tarde para hacerse estas preguntas. El guión está escrito y la producción planificada. Mientras tanto, se confirma que Almería lleva décadas sin poder librarse del espíritu de “Sierra maldita”, ni de ese complejo “Stromboli” que proyecta esta tierra como un lugar salvaje y lejano, sin ley, en el que la codicia y la violencia campan a sus anchas entre las hurañas gentes que se atreven a poblarlo. Es la veta que trata de explotar Mar de plástico, llevando a las pantallas de millones de hogares una ficción ambientada en una tierra desértica y desconocida por incomunicada, para que muchos se asombren capítulo a capítulo y se pregunten todas las noches antes de dormir si es cierto que esos invernaderos están en algún lugar de España. Maldita ignorancia.