Emilio Ruiz
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De la cita de los almerienses con las urnas el pasado 24-M
no solo han salido los nuevos Ayuntamientos, sino también la nueva Diputación,
que esta semana se ha constituido. Durante estos años se ha debatido mucho
sobre lo adecuado o no de la organización administrativa de España. Nadie
cuestiona la necesidad de tener una estructura central fuerte, porque es la
esencia del propio Estado. Pero, de ahí hacia abajo, todo está en entredicho.
Hay quien piensa que es insostenible la permanencia de diecisiete comunidades
autonómicas, tal como están configuradas. Las Diputaciones tienen más
detractores que defensores. Las Mancomunidades no tienen razón de ser. Y la
estructura municipal raya el disparate.
Comparto la idea de quienes consideran que las comunidades
autónomas se han convertido en miniestados dentro del Estado. No fue esa la
idea original. Respecto a las Mancomunidades, tan innecesaria fue su creación
como es su mantenimiento. Por último, la subsistencia de 8.122 municipios,
muchos de ellos con unas pocas docenas de vecinos, sigue siendo un dislate.
No comparto, por el contrario, la idea de quienes ven
necesario prescindir de las Diputaciones. La Diputación es el órgano
administrativo de la provincia. Su supresión reduce la importancia de la
provincia como ente territorial. En nuestro caso podríamos decir que lo que
algunos pretenden es que seamos un poco menos almerienses para ser un poco más
andaluces. No es eso lo que queremos.
Porque me declaro un firme defensor de la provincia soy un
firme defensor de la
Diputación. Y , en particular, de nuestra Diputación. Creo que
una Diputación es más necesaria cuanto más alejada esté la provincia de la
capitalidad de su comunidad. Almería está tan lejos de Sevilla como de Madrid.
Con la crisis por medio, la inversión pública en Almería ha
sido escasa. Los Ayuntamientos han estado inmersos en su reestructuración
financiera y los Gobiernos central y regional han reducido sus inversiones a la
mínima expresión. La
Diputación se ha destacado como el único organismo capaz no
solo de mantener sus inversiones, sino aumentarlas.
En los últimos cuatro años, Gabriel Amat –justo es
reconocérselo-, además de reducir considerablemente la deuda, ha desempolvado
proyectos de obras que estaban olvidados y ha puesto en marcha toda la
maquinaria inversora de que la
Diputación es capaz. Se ha notado en la provincia. Los
analistas de la patronal Ceacop han destacado que en el pasado año 2014, por
ejemplo, la Diputación
de Almería ha sido la tercera de Andalucía con mayor inversión, por encima de
Diputaciones de mayor tamaño como las de Sevilla, Málaga o Granada.