Antonio Felipe Rubio
Periodista
A la llegada del verano le sigue la aparición
de su correspondiente serpiente. En este caso, y dadas las circunstancias, no
tenemos una serpiente sino un terrario poblado de todo tipo de ofidios; algunos
más rastreros que otros, pero bichas a la postre. Y aquí estamos, pendientes de saber si la
mordedura es venenosa o inocua, letal o leve; o si era lagartija.
En la “sociedad de la información” nadie es
capaz de descifrar un recibo de la luz -ahora peor con los consumos “inteligentes”
por tramos-, y son muy pocos los que saben qué están pagando por su línea de
móvil, la permanencia y el terminal de “regalo”. Tampoco es posible saber quién
tiene más audiencia en el EGM: todos son ganadores, suben, suman, comparan… Y nadie nos sabe decir si nos perjudica y cuánto que Grecia salga o se quede en
la zona Euro.
Vaya... |
La pretendida regeneración democrática ha
lanzado indicadores (portal de transparencia) en los que aparecen emolumentos
oficiales, propiedades declaradas y reservas en alguna cuenta corriente. Todo
tan transparente y fiable como la famosa declaración de bienes de Manuel Chaves
(5.701 euros en cuenta corriente y un vehículo adquirido en 1992 que bien
podría ser un Hispano Suiza por antigüedad). Y es que no han pasado cinco minutos
de las publicaciones de “portal de transparencia” cuando se observa que no
aparece absolutamente nada sobre la administración paralela de la Junta. Una
cosa es quedarse en el portal, y otra entrar hasta la cocina que es donde están
las viandas.
No hay fiabilidad ni confianza; y en asuntos
tan sensibles como la salud pública hemos conocido episodios como el “bichito”
de Sancho Rof (aceite desnaturalizado) o el cocido con huesos de vacas locas de
Celia Villalobos (encefalitis espongiforme). Ahora, con la invasión de algas
tóxicas que ha cerrado playas en Cuevas y Vera, vemos que la ausencia de
responsabilidad y autoridad ha dado paso a la especulación, incertidumbre y
dudas sobre la verdadera naturaleza de la contaminación tóxica. Y no es para
menos dada la inutilidad de la delegación de Salud que ha dado pábulo a la
especulación con ausencia de información, metodología sospechosa y ausencia de
contundencia científica en sus paupérrimos asertos.
Ante la inoperancia de la Junta de Andalucía,
la empresa privada (Deretil) ha tomado la iniciativa aportando un importante
volumen de datos y referencias con base científica probada para desligar esta
contaminación de un presunto accidente industrial. Y ciertamente, ante la
documentación suministrada deja muy poco margen a la especulación que, dicho
sea de paso, es determinante para evitar rumores infundados o insidias de
ciertos activistas.
El sentido común me dice que a todo vertido
químico tóxico marino le secunda una mortandad de especies, y la pregunta es
¿hubo alguna vez aparición de peces muertos? Al contrario, es un hecho científicamente
probado la compatible proliferación de diatomeas y dinoflagelados con especies
en zona pelágica (aguas exteriores) o demersal (aguas costeras). Una vez más
hemos dado un espectáculo lamentable por inutilidad en la gestión de una crisis
que se podía resolver con una autoridad mínimamente diligente y competente.
Llegan las noticias: vuelve a subir el paro
en Almería y el turismo no se consolida. Pero no cesamos en la “promoción”.
Ahora se denuncia que Palomares es un “cementerio atómico al aire libre”, que
unido a la intoxicación playera y el leviatán del Algarrobico sólo falta el pez
muerdecojones para redondear el despelote estival almeriense. Por cierto, el carril bici de nuestros
desvelos va estupendamente. La temporada está asegurada.