Javier Salvador
Editor de Teleprensa
Hagan
juego, señores, porque ahora es el momento de las apuestas, de saber si
Ciudadanos sacará más votos sin Miguel Cazorla al frente del partido o si, por
el contrario, sus defensores achacarán la caída que se les augura en diciembre
como un castigo de los votantes a la forma en la que se lo han quitado de en medio. O igual la culpa de todo la tendrá esa política de pactos poco clara en
la que ni unos ni otros están contentos.
Jesús Vicente Soler |
A
Miguel Cazorla, además de la soberbia y ese desmedido afán de protagonismo
político, hay que reconocerle que es un trabajador nato. Muy pocos hubiesen
conseguido poner en marcha un partido pidiendo favores para conseguir una sede,
remangándose para pintarla con voluntarios o pidiendo a todos los colaboradores
que trabajen gratis, a cuenta de puestos como asesores. Hay que valer para eso
y Cazorla lo consiguió, pero ese camino no siempre lleva a buen puerto.
Cualquiera
sabe que es uno de los políticos menos valorado entre los medios de
comunicación y peor aún es su valoración entre los periodistas en general, sin
centrarnos en los que de manera más o menos acertada hacen o hacemos análisis
político.
Al
electorado, en las municipales, les gustaba el partido, les encantó Rivera en
el Teatro Cervantes, pero la historia de Miguel Cazorla y la constante amenaza
de todo lo que podía saltar le dieron al PP ese balón de oxígeno que supuso que
la formación naranja no rascase todo lo que podría haberse llevado.
Para
muchos la solución hubiese sido darle la vuelta a la tortilla, que Cazorla
encabezase la lista al parlamento andaluz y que Marta Bosquet, actual
parlamentaria, optase a la alcaldía de Almería para obtener mejores resultados,
pero a toro pasado las predicciones de resultados están chupadas. Y claro, no
olvidemos que pocos daban un diputado andaluz a Ciudadanos en Almería y que
Cazorla no iba a asumir ese riesgo. Porque también cabe preguntarse si él
hubiese conseguido el acta de diputado siendo cabeza de lista. Yo creo que no.
Desde
Ciudadanos van a intentar por todos los medios hacer creer que la aparición de
Jesús Vicente no es la caída de Cazorla, pero si lees la primera nota de prensa
que mandan para anunciar el nombramiento de éste y en la que Cazorla ni es
nombrado, y luego la segunda que fuerza el concejal que se envíe para aclarar
que él “sigue siendo el Coordinador Provincial hasta que se cree el Comité
Territorial Provincial”, te das cuenta de todo.
Ese comité al que hace
referencia se formará en septiembre y a su frente está la nueva figura
emergente de la marea naranja, Vicente, un economista del que por ahora nadie
dice nada malo, y eso es ya una gran victoria para la formación, el hecho de
que su líder provincial no despierte más antipatías que adhesiones. Fue técnico
en el área de Cazorla cuando éste formó parque del equipo de Gobierno PP-Gial,
y junto a Baca y Bosquet, de los cuatro constituyentes aunque, al parecer, a
día de hoy menos confluyentes.
Ciudadanos,
como partido y al margen de esa historia de egos y narcisismo desmesurado que
tanto llegó a molestar, tiene muchísimo trabajo por delante si quiere optar a
un diputado nacional en Almería, y no está nada fácil. Del candidato no toca
hablar hoy, que ya hablaremos, pero sí de la situación a la que se enfrente el
partido.
Hablemos
de Almería. Saben -y los conocen- que hay sondeos en los que se apunta una
pérdida de más del 30% de los votos que obtuvieron en las municipales. Saben
que caen en más de 2.000 en la capital y sólo para empezar. Eso tranquiliza al
PP, porque sigue creyendo que mientras tenga a sus adversarios con la tripa
caliente poco problema le van a crear, pero en el momento que los naranjas
empiecen a ver que todo lo que pierden de intención de voto es lo que recupera
el PP igual se paran a pensar y descubren dónde tienen que apretar.
Y
pensando en clave electoral igual llegan a conclusiones como que si le quitan
un 2% de voto al PP a ellos les suma como 10% en términos generales, y es el
momento de hacer números y no cuentas.
No obstante
los de Jesús Vicente tienen otro frente que atender en Almería, y es cómo ganar
por la derecha aquello que están perdiendo por la izquierda. Cuando menos es
una tarea divertida, jodida, pero divertida. Ahora bien, ¿irán a ganar o
dejarán las generales en caída libre para demostrar así que sus renovadores,
ganadores en las primarias, no suman votos? El
resto tras las vacaciones.