Emiliano Domene
Concejal de IU en el Ayuntamiento de Huércal de Almería
En las
últimas semanas se ha producido una importante polémica debido a los altos
salarios establecidos a los representantes políticos de nuestra provincia. Han
tenido especial repercusión mediática los casos del Ayuntamiento de Almería y
de la Diputación Provincial, lo que se ha traducido en una riada de indignación
ciudadana dirigida de forma directa sobre todas aquellas personas que se
dedican a hacer política en general. Al final, en
esta cuestión como en otras, quien hace más ruido es quien hace más daño, y
consigue imponer en la mente de los ciudadanos el eslogan “todos son iguales”.
Quiero
aclarar que, a pesar de mi recién estrenada condición de concejal del
Ayuntamiento de Huércal de Almería y Portavoz del Grupo Municipal de IU, no me
considero para nada un político, sino un ciudadano que quiere hacer política.
Lo cierto es que llevo mucho tiempo haciendo política a pie de calle desde lo
social y fuera de las instituciones. Compaginándola con mi vida laboral y
personal porque además es ahí donde se hace la política con mayúsculas y donde
realmente comienzan los cambios que acaban trasvasándose a las instituciones.
Una de las cuestiones en las que he tenido más actividad ha sido en la lucha
contra los abusos bancarios, lucha en la que sigo involucrado en la actualidad.
A diferencia
de lo que muchos ciudadanos puedan pensar, yo vivo en exclusiva de mi trabajo
como empleado de Correos, y no tengo más retribución por mi cargo público de
concejal del Ayuntamiento de Huércal de Almería que los 75 euros por pleno.
Pleno que se celebra cada dos meses y dinero, por cierto, que dono íntegramente
a mi asamblea local para, entre otras cosas, poder mantener el local en el cual
atendemos a los ciudadanos del municipio en sus problemas con los bancos.
Todo es política |
Tras obtener
mi acta de concejal en las últimas elecciones pude comprobar cuál era la
percepción de la ciudadanía en relación con los cargos públicos. Sobre todo
cuando algunos vecinos querían tener un encuentro conmigo para tratar diversas
cuestiones y les aclaraba que tendríamos que vernos por la tarde, al salir de
mi trabajo, me preguntaban extrañados: “¿Pero tú no te dedicabas
profesionalmente a esto?”.
Los que
llevábamos muchos años así, haciendo política en nuestro tiempo libre no
tenemos normalmente ningún tipo de problemas con esta situación, a fin de
cuentas es lo mismo que hemos hecho siempre y estamos acostumbrados. El choque
de concepto viene cuando nos mezclamos con los políticos tradicionales y
profesionalizados. Muchos de los cuales no entienden otra visión de la política
que vaya más allá del apego al sueldo y al cargo. Es más, los hechos me
demuestran que ni siquiera saben cómo se hace eso de compaginar un trabajo con
la actividad política. Lógico, la experiencia laboral fuera de la política de
esos “grandes profesionales” es, a veces, prácticamente nula.
Yendo al
caso que me toca más de cerca, el de mi Ayuntamiento, en Huércal de Almería el
alcalde tiene un salario de 14 pagas de 3.400 euros cada una. En el caso del
resto de concejales liberados de su equipo de Gobierno (un total de 6 concejales
liberados) hablamos de 2.800 euros mensuales, también con sus respectivas pagas
extras. Estas retribuciones son en concepto de “Dedicación exclusiva”. Y aquí
es donde se da la paradoja: tanto los plenos como las comisiones e incluso las
juntas de portavoces se realizan en horario de mañana, obligándonos al resto de
concejales a tener que pedir permiso en nuestro trabajo para poder asistir,
generando problemas tanto en nuestras empresas u organismos como a los
compañeros de trabajo por las repercusiones de nuestras ausencias.
Da igual las
veces que hayamos pedido la celebración por las tardes. Los políticos
profesionales creen que así logran hacer oposición a la oposición. Intentando
dificultar su asistencia sin importarle las consecuencias que en sus trabajos
puedan tener estas faltas. Es curioso que precisamente aquellos que tienen
dedicación exclusiva son precisamente los que se niegan a trabajar por la
tarde, frente a las posiciones de aquellos que tenemos la responsabilidad de
nuestro trabajo y pedimos que nos dejen hacer política. Sin salario, sí, pero
con el doble de ganas y trabajo que ellos. En la misma línea va la sinrazón de
impedir la participación de la ciudadanía, convocando los plenos por la mañana
exclusivamente. A pesar de que cada vez son más los municipios que los celebran
por la tarde, logrando acercarse a los vecinos al ser en horarios mejor
adaptados para su asistencia.
Es
especialmente sangrante el caso de las juntas de portavoces. Son reuniones que
a veces no llegan a una hora de duración, y para las cuales nos hacen abandonar
nuestros puestos de trabajo para poder asistir. Definitivamente esta gente no
sabe lo que se cuece en el mercado laboral. Ni lo saben ni les importa. Porque,
¿cuántos de ustedes podrían abandonar su trabajo una hora todas las semanas?,
¿qué les dirían sus jefes, y sus compañeros de trabajo, si tuvieran que estar
continuamente sustituyéndoles y cubriendo sus puestos y cargas de trabajo?
Para
nosotros, los concejales no liberados, sería muy fácil liarnos la manta a la
cabeza y, ya que la ley nos ampara, acudir a los plenos por la mañana sin
rechistar. Pero no queremos eso. Queremos que nos dejen hacer política,
simplemente, sin que eso perjudique a
nuestros compañeros de trabajo ni a nuestras empresas y organismos. En
definitiva queremos cumplir con nuestras obligaciones laborales y con nuestras
responsabilidades políticas.
Es curioso
que precisamente los "amateurs" de la política queramos trabajar el
doble mientras los políticos profesionales quieren trabajar la mitad. Al final,
me veo obligado a darle la razón a los que se indignan ante las formas de la
vieja y decadente política. Porque el sentido común brinda por su ausencia y
ante esto, lo que un humilde cartero tiene que decir frente a la supuesta élite
de nuestra sociedad no es más que “¡Qué nos dejen hacer política!”.