Javier Salvador
Editor de Teleprensa
No
había escuchado unas reflexiones tan desafortunadas en mucho tiempo sobre qué
es la economía almeriense y qué necesita para crecer. Alguien, uno de estos a
los que les queda un pelao en la espuma del pampaneo, vino a decir que
necesitamos cambiar de disco, reescribir nuestra historia y mirar hacia la
industria que es donde está el empleo. Pero no es así.
Verán, hay un tipo de gente en el sur de España a los que les caen lágrimas de envidia cuando salen de viaje y pasan por Bilbao o cualquier otra ciudad industrializada y ven a empleadas del hogar con cofia y mandil, porque ellos también quieren ese modelo, ser industriales rancios, amasar inmensas fortunas, pero ojo, aquí siempre con la ayuda del dinero público enfocado a unos pocos o muy pocos.
Fábrica de turismos |
Me horroriza escuchar que desde la
Cámara de Comercio, nada más y nada menos, por muy venida a
menos que esté, se insinúe que en Almería necesitamos concentrar todas las
fuerzas en abrir brecha en el camino de la industria pesada. Claro que este
tipo de tonterías no se decían cuando la institución atesoraba entre su equipo
humano a alguno de los mejores economistas de provincia que hoy trabajan para
entidades financieras porque la
Cámara prefería carísimos ejecutivos que pusiesen a Almería
al frente del sector de ferias y congresos de Andalucía e hiciesen del puerto
una central de contenedores casi como Algeciras. Y claro, el resultado es que
hemos perdido la Expoagro
y la zona de contenedores es meramente testimonial. Para descojonarse del
acierto.
Guste o no Almería tiene un modelo definido, pero además es de éxito rotundo. Puede que nuestros empresarios gasten mas alpargatas de campo que zapatos de Salvatore Ferragamo pero lo cierto es que ese modelo ha repartido un poquito más la riqueza que otros.
Verán, si hablamos de empleo como excusa más socorrida para recurrir a la necesidad de industria pesada, resulta que sí es cierto que empresas como Cosentino tienen un montón de trabajadores, unos 2000 en todo el mundo, pero el problema es que de ese tipo en Almería hay una y de una única familia de tres hermanos a los que obviamente no les vamos a quitar mérito. Pero son los únicos megaemprensa de su sector. Ahora bien, si tomamos como ejemplo un almacén agrícola como Vicasol, Agrupaejido,
Me parece increíble que aún sigamos mordiendo la mano que nos da de comer porque, lo creamos o no, vivimos del campo y el resto lo pone el turismo. Si nos da por el barrunto histórico, que nadie se piense que el dinero de los años dorados de la minería de Almería se quedó aquí, porque no fue así. Aquí, es cierto, hubo empleo e infraestructura para ese cometido específico, pero el beneficio siempre salió fuera.
Aún no entiendo la necesidad de competir para que Almería tenga una fábrica de coches en vez de las mejores industrias de transformación de alimentos, o una acería en vez de un mercado de valores basado los futuros agrícolas, o buscar cualquier otro modelo de industria pesada que nunca ha sido nuestro fuerte cuando lo que realmente necesitamos es volcar el 102% de nuestro esfuerzo en garantizar la viabilidad del modelo agrícola almeriense, su crecimiento y avance hacia evoluciones sobre esa materia prima que tan bien conocemos gracias a una horticultura que dominamos. De ahí al turismo, al sector servicios, que es lo que nunca nos ha fallado, a la formación especializada para la excelencia en la innovación hortícola que surgió de la nada y que llamamos industria auxiliar y luego, si quieren, miramos a la industria pesada, pero que nadie piense que ya hemos hecho todo lo que teníamos que hacer en el campo, porque ese es un camino que nunca deja de recorrerse.
Soñar nos gusta a todos, pero si soñamos en verde igual sí que conseguimos que
los sueños se hagan realidad o que la realidad se asemeje a aquello que un día
soñamos. Pero tengamos siempre presente una cosa: Almería es lo que es.