El Ayuntamiento de Mojácar multa con 4.800 euros a ocho jóvenes sevillanas por hacer ruído

Romualdo Maestre
Abc de Sevilla

Hay vacaciones de ensueño para no olvidar y de pesadilla, donde lo más importante es pasar página cuanto antes. Que se lo cuenten a las ocho adolescentes sevillanas de 20 años que decidieron este verano irse al pueblo almeriense de Mojácar. Primero les timaron con el apartamento que habían alquilado vía internet, donde nada de lo que habían visto por la red coincidía con la realidad. Tuvieron que poner una denuncia. Entonces buscaron sobre la marcha un chalet adosado donde alojarse. Esa noche del viernes decidieron no salir debido al disgusto.

«Nosotros somos trabajadores de clase media, nuestras hijas, todas universitarias, jamás han tenido un comportamiento anómalo, son educadas, y ahora nos viene esta multa de 601 euros a cada una, que la verdad, nos descoloca, creemos que son totalmente desproporcionadas»

Era su primer día de asueto. Entonces, sin previo aviso, a la una de la madrugada reciben la visita de dos agentes de la Policía Local. Estaban vulnerando la estricta ordenanza contra el ruido. La misma que los empresarios de hostelería llaman la «Ley del silencio». No era una llamada al orden, ni un apercibimiento previo, ni una reconsideración del problema, era simple y llanamente una denuncia en toda regla con papel, bolígrafo e identificación de las infractoras. El problema es que lo que se creía que iba a ser una denuncia colectiva, donde el hecho punible era el ruido que había en la casa, se convirtió en individual: cada una de las ocho chicas sevillanas ha recibido una multa por una «infracción grave» de 601 euros; 4.808 euros en total. Y menos mal que aplicaron, dentro de la escala de las graves, la más baja, ya que estas pueden llegar a los 1.500 euros. Las «muy graves» van de 1.501 a los tres mil.

Ros Mari Cano, alcaldesa
Los padres de las chicas no salen de su asombro. Reconocen que sus hijas les han manifestado que calladas no estaban, «lo propio de la edad en unas vacaciones», aclara uno de los afectados, que prefiere mantener el anonimato porque han puesto este asunto en manos de un abogado de Mojácar para que recurra por vía judicial lo que consideran un «atropello». «Nosotros somos trabajadores de clase media, nuestras hijas, todas universitarias, jamás han tenido un comportamiento anómalo, son educadas, y ahora nos viene esta multa de 601 euros a cada una, que la verdad, nos descoloca, creemos que son totalmente desproporcionadas», explicaba ayer.

La férrea normativa contra el ruido del Ayuntamiento de Mojácar no es un tema nuevo. Ya cuando se debatió en la primavera de 2013 y se aprobó en julio levantó muchas críticas. Una cosa es que se prohiba dentro de las viviendas realizar en horas de descanso obras y otra muy distinta es que no se pueda «correr, saltar, patinar, bailar, taconear, hacer funcionar aparatos de música, instrumentos musicales y electrodomésticos, arrastrar muebles u objetos y cualquier otro acto o comportamiento susceptible de causar molestias por ruido», incluido por supuesto, dar también un portazo muy fuerte.

El padre que pone en conocimiento estos hechos añade que además, en 2014, se endureció aún más la famosa ordenanza contra el ruido, y «exime a los agentes de llevar un sonómetro que compruebe y deje constancia los hechos denunciados, lo que añade más indefensión y arbitrariedad».