José Fernández
Periodista
“De
los árboles del sur cuelga una fruta extraña. Sangre en las hojas y sangre en
la raíz”. Estas tres estrofas forman parte de la canción Strange fruit -Fruta extraña- que la cantante de jazz negra Billie Holiday estrenó en el
Cafe Society de Nueva York en 1939. En su autobiografía The lady sings the
blues, la atormentada intérprete cuenta que, tras cantarla por primera vez,
tuvo que ir al baño a vomitar mientras que en el club el público permanecía
petrificado, sin que pudiera oírse una mosca.
Nya de la Rubia |
Estoy escuchando esa canción
mientras dedico unas líneas al tormentoso asunto de la serie de Antena3 TV Mar
de plástico y ese retrato tan abominable como predecible de la sociedad
almeriense. Ustedes y yo sabemos que en Almería no se lincha a los negros y se
les deja colgando de los árboles, como dice la canción, aunque no sé si los
espectadores estarán muy seguros de ello. El Andarax no es el Mississippi, del
mismo modo que el guionista de esta producción no es precisamente Mario Puzo.
Que el tópico se escude en la ficción no lo hace menos lamentable, ni tampoco
menos rechazable. Durante mucho tiempo la reivindicación de “lo almeriense” ha
oscilado entre la caspa de las uvas/luceritos y, más recientemente, el vuelo de
unos zaragüeles pintureros, con pobres resultados en ambos casos. Por eso creo
que es hora de perder el miedo y los complejos provincianos para no consentir
-y menos aplaudir- que en nombre de una cuestionable recuperación industrial
vengan a ciscarse en Almería y en los almerienses.
Y digamoslo con naturalidad,
sin temor a que se nos tilde de catetos. “Cuerpos negros balanceándose en la
brisa sureña. Aroma de las magnolias, dulce y fresco. Esta es una extraña y
amarga cosecha”, dice la canción. Y esta es una serie extraña y amarga que -y
ya le he dedicado demasiado- no merece la pena ni comentar. Así que escucharé
de nuevo la canción.