Sergio
Espí
Periodista
digital
Era
de esperar. El 22 de septiembre de 2015 se estrenó Mar de plástico ante un
gran 23,6% de la audiencia, es decir, más de cuatro millones de espectadores en
todos los canales de Atresmedia (lo que significa que, la semana que viene,
cuando se emita sólo en A3, seguramente baje el dato). La nueva colaboración
entre el grupo y Boomerang es un thriller impecablemente realizado pero con
algún que otro bache considerable.
Ya
lo dijimos hace unas semanas cuando acudimos a la premier del piloto de Mar de
plástico durante el FesTVal de Vitoria 2015: Este nuevo thriller de Boomerang
TV iba a ser uno de los pelotazos del año. Aún queda saber si la audiencia
seguirá respaldándolo la semana que viene cuando se emita en un sólo canal y
con cortes publicitarios pero, a priori, no tiene por qué decaer demasiado. Pero
el hecho de que ésta sea una serie hecha por y para el triunfo no es
equivalente de excelencia. Más bien significa que todo está estudiado al
milímetro para el triunfo, lo que significa tener que tragar con cientos de
convencionalismos y con falta de riesgo.
La poli |
Mar
de plástico está plagada de de clichés del género (un policía con pasado
trágico, un terrateniente malo malísimo, una trama juvenil o una historia de
amor condenada al fracaso) y se remata con un casting de guapos guapísimos y
famosos televisivos. Y, por supuesto, es la enésima vez que todo gira en torno
al asesinato de una joven en un ambiente rural. ¿Hasta cuándo vamos a vivir de
las rentas de Twin Peaks?
Esta
serie va a pasar a la historia por su empaque visual. La fotografía, la ambientación
y el diseño de producción son para sentirnos orgullosos de lo que hacemos en
España. A3 ha vuelto a demostrar que la época del cartón piedra, de los
decorados cutres y de los focos que quemaban la imagen se acabó. Eso
sí, nos chirría un poco esas escenas de acción a lo Matrix. Con ellas se rompe
totalmente la ambientación realista que se pretende dar al conjunto.
Estamos
hablando de un thriller trepidante, adulto, empático, realista, duro pero
atractivo de ver. El guión, como decíamos, no supone avance alguno en lo ya
hemos visto una y mil veces. Además, tiene fallos garrafales. Ejemplo: ¿Por qué
a nadie se le ocurrió mirar antes en el estanque de agua para ver de dónde
venía la sangre del invernadero? ¿Tiene que venir el policía 'listo' para decirle
a los 'paletos' que hagan algo tan obvio?
En
cuanto al apartado interpretativo, resalta el papel de Andrea del Río (una
neonazi que da mucho, mucho miedo) y sobre todo con Eva Martín (la alcaldesa
que, con un par de escenas, se come con patatas al resto del personal). Por su
parte, Rodolfo Sancho está, como siempre, correcto aunque excesivamente intenso.
Eso
sí, tirón de orejas para Jesús Castro, el nuevo 'niño' bonito de nuestra que
ficción, que a pesar de aguantar el tipo en los primeros planos, es abrir la
boca y querer que le manden a cualquier escuela de interpretación de barrio que
haya cerca. No es que sea mal actor, es que directamente no es actor. A este
chico lo encontraron por la calle y dio la casualidad que protagonizó una
película de éxito, pero lo mismo podría haber sido tronista de MyHyV. De
verdad, es vergonzoso. Por no hablar de que el chaval, ante los medios no es
que sea el alma de la fiesta...
Mucho
se habló anoche en las redes sociales del acento de los actores: que si unos
alternaban el andaluz con el madrileño, que si otros hablaban como los de
Sevilla cuando están en Almeria. Es verdad, aquello es un crisol lingüístico
muy loco... Aún así, creo que es el mal menor de una serie muy encorsetada pero
que funciona.