José Fernández
Periodista
En
la segunda parte de El Quijote, Cervantes cuenta el episodio del acoso que el
hidalgo sufre en sus aposentos por parte de una dama llamada Altisidora, que
con sus requiebros tienta su virtud y su lealtad a Dulcinea. Al referir este
suceso más tarde a su fiel escudero, Sancho Panza, éste no reprime su
indignación por la actitud de la atrevida visitante: “Crueldad notoria
–lamenta- y desagradecimiento inaudito. Hideputa, y qué corazón de mármol, qué
entrañas de bronce y qué alma de argamasa”.
Suma y sigue: eran catorce y ya van por dieciseis |
Me permito arrancar este fragmento
de la monumental obra a raíz de la carta que los trabajadores de la Escuela de Mármol de Fines
acaban de enviar a la presidenta de la
Junta , Susana Díaz (la que afirmó que llevaba a Almería en su
corazón) reclamándole el pago de las ¡dieciséis nóminas! que la Administración
autonómica aún les adeuda. Reproduzco parte de la misiva:
“Esto es inaguantable para cualquier familia.
Estamos viviendo en la miseria absoluta, renegociando hipotecas, rehipotecando
nuestras viviendas y con la caridad de amigos y familiares porque ya no nos
queda nada, ni siquiera dignidad”.
"No es difícil imaginar la situación por la que deben estar pasando no sólo los profesores y alumnos de este centro abandonado a su suerte por la Junta , sino también la de sus respectivas familias"
No es difícil imaginar la situación
por la que deben estar pasando no sólo los profesores y alumnos de este centro
abandonado a su suerte por la
Junta , sino también la de sus respectivas familias, muchas de
ellas con niños. Les recuerdo también que la presidenta de la Junta no tuvo el más mínimo
problema en recoger –en noviembre de 2014- el Premio que la Asociación de
Empresarios del Mármol le otorgó por su “decidido apoyo” a la comarca.
Rescato
ahora parte de lo que, con el galardón en la mano, dijo la presidenta: “La Junta de Andalucía va a
seguir impulsando programas e iniciativas que mejoren las empresas de la
comarca y vamos a continuar poniendo recursos para que puedan desarrollar todo
su potencial y su capacidad, para que se traduzca en riqueza y creación de
empleo”.
Llámenme loco, como el Quijote, pero creo que los trabajadores de la Escuela del Mármol no
tienen dudas acerca del material con el que debe estar hecho el corazón -y la
cara- de la presidenta.