Emilio Ruiz
Si saliéramos a la calle y pidiéramos una valoración de la gestión de
Adolfo Suárez, Felipe González y José María Aznar las respuestas serían dispares.
Sin embargo, objetivamente valorados, no hay duda: fueron tres buenos presidentes.
Los criterios para elaborar un balance de un presidente de Gobierno son muy
variados, pero perfectamente evaluables. Los criterios para evaluar a un
alcalde son más complejos. Tan complejos que, en ocasiones, nuestro único guía
es la percepción personal.
¿Qué opinión tienen los almerienses de la gestión del alcalde Luis Rogelio?
Si entendemos por “los almerienses” a quienes hacen de transmisores de la
opinión pública, la respuesta es variada. Para Javier Salvador, de Teleprensa,
el balance es negativo: “En catorce años todo se ha ido posponiendo: el AVE,
puerto ciudad, remedios a las inundaciones, limpieza de las calles,
recuperación del caso histórico, limar la desigualdad con los barrios…”. Pedro M. de la Cruz , director de La Voz de Almería, considera que “más de doce años en la
alcaldía es un territorio tan amplio y con
tantos perfiles que ni el viento frío del calendario lo podrá desalojar de la
historia de la ciudad”. Pero en la historia se puede entrar de muchas maneras.
El
columnista Juan Torrijos ofrece un saldo positivo, si bien ha encontrado la
clave: “¡Ay, Luis!, ¿qué habría sido de tu paso por la alcaldía sin el dinero de
los Juegos Mediterráneos?”. El presidente de Asaja, Francisco Vargas, se deshace
en halagos: “Hemos visto a un Luis empeñado en que se crezca en servicios, en
cultura, en habitabilidad, etc., y por supuesto, en desarrollo económico,
principalmente agricultura e industria agroalimentaria”. La valoración de Rafael Martos, director de Noticias de Almería, es
inequívoca: “Cogió una ciudad decadente, con unos servicios de pésimo
funcionamiento, con unos barrios abandonados, con una suciedad inaceptable, con
una recogida de basuras que no funcionaba, con un alumbrado público apagado,
con unas cuentas mal gestionadas, sin parques, sin jardines, con un centro
triste y solo… a todo eso le ha dado la vuelta”.
El
filósofo Paco Campos ve gato encerrado en la dimisión: “Le ha faltado tiempo
para coger a toda prisa el camino del Senado y en él el futuro aforamiento, por
lo que pudiera pasar”. Fausto Romero-Miura piensa así: “La Almería que deja es mucho mejor que la que
recibió: más feliz, habitable, igualitaria, dotada de servicios, de espacios de
ocio, de parques, con un casco antiguo pujante…”. Juan Megino se muestra algo
menos emotivo: “Cada almeriense tendrá su propia opinión sobre lo sucedido y
sobre la oportunidad y el momento elegido para dejar el Ayuntamiento. Yo ya he
manifestado la mía”. ¿Cuándo?