Pedro M. de la Cruz
Director de La Voz de Almería
Juan
Espadas y Francisco de la Torre
han firmado el protocolo del denominado “Eje Sevilla-Málaga”, las dos
principales provincias de Andalucía (la capital andaluza y la de la Costa del Sol alcanzan el 40
por ciento del PIB regional y más de tres millones de habitantes), dando así un
paso más en una estrategia de captación de inversiones y desarrollos de
infraestructuras de comunicación y emprendimiento; un proyecto que cuenta con
el soporte logístico de las universidades de las dos ciudades y con el apoyo
explícito de otras instituciones públicas y privadas. Visto desde Almería la
decisión sólo puede provocar respeto, interés y reflexión, tres sentimientos
distintos y un inquietante interrogante verdadero: ¿Perjudicará esto al resto
de las provincias andaluzas?
La Voz de hoy |
Sevillanos y malagueños han hecho lo que conviene a sus intereses. Después de
años de desencuentros permanentes, sus alcaldes han llegado a la convicción que
el localismo es un recurso emocional del pasado que solo transita por el camino
a ninguna parte. La decisión es acertada de acuerdo con sus intereses y, por
tanto, hay que contemplarla desde el respeto. Cada uno hace lo que le conviene
y hace bien en hacerlo.
Lo que no puede evitarse es mirar la “operación” desde el riesgo de que esa estrategia pueda influir en un protagonismo socioeconómico tan abrumador que reduzca las inversiones públicas en infraestructuras productivas en otros territorios no vinculados a ese eje.
Sevilla y Málaga han llegado a la conclusión que el agravio no les conduce a ninguna parte y que el acuerdo les llevará lejos. ¿Qué hay de malo en ello? Nada. O mejor dicho: sólo el riesgo de que su “empoderamiento regional” se vea aún más favorecido por el Gobierno central y
Las inversiones públicas (salvo en el caso de Rajoy y su ministra Pastor con el AVE a Galicia, ay, su tierra), van donde más rentabilidad pueden provocar; una lógica que esconde un perfil de alto riesgo si la priorización de esa rentabilidad inmediata acarrea el olvido de la vertebración interprovincial y los imprescindibles equilibrios territoriales para evitar una España y una Andalucía de dos velocidades. Dos o más velocidades son las que busca, inteligentemente, el alcalde de Málaga para potenciar su estrategia.
"Va siendo hora de abandonar el andén de la espera para subirnos a todos los trenes"
Días después de la firma del eje Sevilla-Málaga, exactamente el 26 de octubre, el alcalde malagueño envía una carta al almeriense en el que le propone buscar puntos de encuentro entre las dos ciudades en temas estratégicos tan importantes como el turismo, la agricultura y la investigación y el desarrollo. Luis Rogelio ha acogido la propuesta y ahora habrá que comenzar a avanzar entre las vías de la política y las aportaciones de los expertos. Un proyecto a desarrollar por representantes públicos y técnicos. Me gusta esta música; aunque solo hayan empezado a escribirse las primeras notas.
El “poder almeriense” (un cierto poder almeriense) nunca se ha mostrado propicio a participar en foros que fuesen más allá de
La autarquía territorial al clásico modo es un sentimiento tan de vieja usanza que puede afirmarse sin riesgo al error que sólo ha traído más debilidades de las que ya padecíamos. La fortaleza no llega nunca desde la soledad, se alcanza desde el acompañamiento. Pongámonos de una vez a ello. Que ya va siendo hora de abandonar el andén de la espera para subirnos a todos los trenes. A todos: a los que pasan por Sevilla, Málaga o Murcia.