María Teresa Pérez Sánchez
Presidenta de la Asociación de Amigos de La Alcazaba
La
amenaza que Amigos de la
Alcazaba denunciaba hace apenas unos días se ha convertido
en realidad: El edificio del antiguo café “Puerto Rico”, en el magnífico
esquinazo entre Obispo Orberá y la circunvalación del mercado, está siendo
derribado. Su
propietaria, Cruz Roja, lo hace porque pueden hacerlo, porque el derribo goza
de todas las bendiciones legales: tanto Cultura como el Ayuntamiento lo
han autorizado porque el edificio no está catalogado. No es lo suficientemente
bonito. Es más bien del montón, uno más de aquellos edificios que en el
último tercio del siglo XIX conformaron aquella Almería burguesa de la que
Trinidad Cuartara y López Rull fueron los grandes artífices.
Ayer y hoy |
Careciendo
de suficiente belleza propia, también podría haberse salvado por formar parte
del entorno de un BIC, en este caso nuestro bello Mercado Central, obra
precisamente de Trinidad Cuartara. El arquitecto no sólo diseñó un bellísimo
edificio, sino también una armoniosa circunvalación que debía
envolverlo, resaltarlo y formar parte de él como “parte integrante del
mercado mismo, por ser su complemento natural y lógico toda vez que el ornato
público de las calles exteriores ha de estar en relación con dicho edificio”.
Pero ¿qué importa el ornato público, ese decoro que había de regir en la ciudad
y al cual debían supeditarse los propietarios particulares a finales del XIX en
nuestra ultramoderna ciudad del siglo XXI?
Sin
duda ustedes pensarán que el Mercado Central, obra de Trinidad Cuartara,
ejemplo insigne de la convivencia en un mismo edificio entre el historicismo y
la moderna arquitectura del hierro y el vidrio, es un monumento, pues ¡oh
sorpresa!, como sucede con nuestra estación de ferrocarril y tantos otros
edificios históricos, no es Bien de Interés Cultural y por lo tanto ni está
protegido con la máxima categoría que la ley otorga, ni tiene “derecho” a
un entorno que también pueda salvaguardarse.
El
hecho de que el edificio se encuentre dentro de los límites del Conjunto
Histórico de Almería y que la ley de Patrimonio considere que las demoliciones
dentro de un Conjunto Histórico deben tener carácter excepcional tampoco ha
significado ningún freno para que Cultura autorice el derribo.
Si
Cuartara hubiera vislumbrado esta situación, sus ilusiones habrían acabado por
los suelos. Como en el suelo está acabando nuestro edificio, demolido al igual
que las ilusiones de quienes defendemos el Patrimonio porque consideramos que
no sólo tenemos la obligación de salvaguardarlo para nuestros hijos, sino
que ese Patrimonio conforma nuestra identidad y contribuye a una mejor calidad
de vida.
Hoy
no hemos sido capaces de salvar el “Puerto Rico”. Esperamos que aquellos
que por tener el mayor poder tienen la mayor responsabilidad sientan al menos
una ligera desazón.