Elena Torres
Directora de Teleprensa
No
han pasado ni seis meses desde que se celebraran las elecciones municipales,
menos desde que se constituyó la corporación y ha habido un verano por medio,
no olvidemos, y el Ayuntamiento de Almería ya no tiene alcalde. Luis Rogelio
Rodríguez-Comendador ha anunciado que cede su puesto a otro ya que no puede
compatibilizarlo con el cargo de senador. Este desenlace, aparentemente tan
prematuro, en realidad no ha sido sino una estrategia de partido que valoro
como un auténtico fraude.
Luis Rogelio Rodríguez |
Aunque
Comendador se escude en que así han sido los últimos relevos en los gobiernos
de la Junta -Chaves, Griñán y Díaz- y por tanto a él no se le puede reprochar lo que otros
permiten en sus senos, lo cierto es que en estos casos no se ha producido sin
apenas haber dado tiempo a arrancar una legislatura y de cualquier manera el
PP, a través de su presidente regional Juanma Moreno, no ahorró críticas ni
cejó en su empeño de pedir elecciones en Andalucía por lo que consideraba poco
menos que una presidencia no legítima, algo que ahora parece obviar. El aún
alcalde sabía que la legislatura no la iba a terminar y yo empiezo a dudar
hasta de que este adelanto haya sido tan ‘sorpresivo’.
"Tanto halago desmedido, y no sólo procedente de la oposición en el consistorio, no le hace a una más que sospechar que éste es proporcional a los favores recibidos"
La
salida de la alcaldía
de Almería de quien la ha presidido durante doce años y medio no ha recibido,
sin embargo, apenas críticas. Muy al contrario todo son halagos y buenas caras.
Uno le desea que gane en el Senado -no debe de importarle que sea a costa de
los resultados de su partido-, y otros destacan su espíritu dialogante a pesar
de que en la última legislatura, de mayoría absoluta del PP, para nada se ha
contado con la oposición a la hora de poner en marcha medidas reclamadas como
un plan de empleo o mejoras en los barrios. El diálogo ha debido de existir,
entiendo yo si ellos lo dicen, aunque tal vez haya sido más de barra de
bar. A saber. Debe ser que, como en los funerales, los que aquí se quedan sólo
hablan de lo bueno de quien se va, ya sea o no real. Lo cierto es que todos
parecen haber olvidado el ‘carácter escurridizo’ del alcalde por el que alguno
le llegó a poner apodo, incluso.
Tanto
halago desmedido, y no sólo procedente de la oposición en el Consistorio, no le
hace a una más que sospechar que éste es proporcional a los favores recibidos,
ya se sabe que es de bien nacido ser agradecido. Y
mientras estamos entretenidos con todo esto, el Ayuntamiento de Almería sigue
ahí parado sin acabar de arrancar la legislatura. Será que nos lo podemos
permitir.