Kayros
Periodista
Cuentan
que cuando murió el padre de Rodríguez Comendador, su madre, inteligente y
previsora, le dijo: “Vete a Almería, allí tienes a tu familia, que te ayuden”.
Luis Rogelio, imberbe licenciado en derecho, llega a la ciudad y lo primero que
hace es apuntarse a Nuevas Generaciones, secciön juvenil del PP. Eso de
saber cuándo hay que apuntarse a un partido político debe ser un don especial
de los dioses, porque no todos aciertan. A Amat le debió ocurrir otro tanto.
Harto de trapichear con solares, pozos, concesionarios de automóviles e
invernaderos, vio claro que tenia que hacerse del PP si quería mantener su gran
patrimonio.
Luis Rogelio Rodríguez-Comendador |
De Nuevas Generaciones, Luis Rogelio salta pronto a las listas para
concejal del Ayuntamiento y de ahí a la presidencia de la Diputación con unos
honorarios que muchos de nosotros no tendremos ni aunque nos reencarnemos
veinte veces. El trato afable, cortés, civilizado y dialogante le ayudó
a contactar con gente de la izquierda, como Fernández Sáez y Rafael
Lázaro, a la sazón furibundos críticos del PSOE. En aquel tiempo la Diputación , como tal,
funcionó razonablemente aunque no faltó tampoco algún mal
sabor financiero.
El PP obligó a su político ascendente a que pasara por la
tortura administrativa de la alcaldía donde las cosas no suelen ser
fáciles. Y allá que fue el mozo en ascensión de Nuevas Generaciones
aprovechando un periodo de despiste en el PSOE.
No es éste el lugar para hacer
una análisis medianamente exhaustivo de la labor de Luis Rogelio como alcalde.
Ha arreglado la entrada a Almería por poniente; ha derribado el muro de la
estación transformando el espacio en un bulevar para el ciudadanía. Se ha
ocupado de las ferias y las fiestas, del fútbol, de las rondas para
deportistas y de mil cosas más que no puedo transcribir aquí (para eso
están las notas del concejal encargado).
En total tampoco podemos hablar de un
gran proyecto que inmortalice a este alcalde. Ahora bien, la noticia glamourosa
es que este alcalde marcha al Senado, eso que los partidos emergentes
llaman el “cementerio de elefantes”, un lugar para morir en Madrid con un
sueldo de Virrey de las Indias occidentales. La aventura almeriense de este
alcalde es un ejemplo de cómo se sube en el PP sin poner pegas al que manda.
Como ahora se tiene que discutir bastante con la mayoría simple, por eso se va.