Emilio
Ruiz
Son
las 8 y 10 de la tarde del 6 de octubre de 1934. Barcelona. Palau de la Generalitat de
Catalunya. Aparece en el balcón el presidente
Lluis Company: “Catalanes, en esta hora solemne, en nombre del
pueblo y del Parlamento, el Gobierno que presido asume todas las facultades del
Poder en Cataluña y proclama el Estado Catalán en la República Federal
Española…”. Diez horas después, Companys y sus consejeros son
detenidos. El alcalde de Barcelona y numerosos funcionarios, diputados y
dirigentes políticos y sindicales, también. La autonomía es intervenida. Dos
militares se hacen cargo de la presidencia de la Generalitat y de
la comisaría de Orden Público. Termina la aventura secesionista. Balance: 74
muertos y 252 heridos.
Company, entre rejas |
Hoy,
una aventura similar no se libra con las pistolas. Se libra en despachos,
instituciones y judicaturas. Pero no por eso la situación es menos grave. La
integridad territorial de España, otra vez en entredicho. La nación más vieja
del continente a veces sufre este tipo de embates. Tenemos, los demócratas, que
estar preparados para afrontarlos. Creíamos que la Constitución del 78
era el abrazo definitivo de la concordia. “La Constitución se
fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española”, dice el artículo 2. “La
soberanía nacional reside en el pueblo español”, reza el 1.
"Algunos partidos políticos creen que España puede ser troceada, moldeada a coyunturas políticas, y que la soberanía –el derecho a decidir, que dicen- puede ser traspasada a los vecinos de un territorio, de un lugar, de un espacio"
Está
claro: unidad indisoluble y soberanía nacional. No obstante, algunos partidos
políticos no lo entienden así. Creen que España puede ser troceada, moldeada a
coyunturas políticas, y que la soberanía –el derecho a decidir, que dicen-
puede ser traspasada a los vecinos de un territorio, de un lugar, de un
espacio. “Autodeterminación pa tos”. Por fortuna para quienes creemos en la
fortaleza y la legitimidad de la unión, los dos principales partidos políticos,
con sus diferencias, están a la altura de lo exigible. También, quien se
perfila como novedad, Ciudadanos.
"Izquierda Unida y Podemos, en su afán por agradar a todos, ofrecen a cada uno lo que pide"
Hay
confusión por el quehacer indeterminado de IU y Podemos. En su afán por agradar
a todos y ofrecer a cada uno lo que pide –eso para ellos es la libertad-, andan
confundidos en el escenario. “Ningún andaluz
-dice Teresa Rodríguez- tiene problema con que los catalanes se
autodeterminen, se autodefinan; a nosotros no nos va nada en eso”. Ningún
andaluz, dice. “Podemos defiende el
derecho a decidir por parte de cualquiera”. De cualquiera, dice también.
Tengamos la convicción de que estas personas, si algún día tuvieran
responsabilidad de Gobierno, harán de sus libertarios argumentos lo que hizo
Alexis Tsipras con su referéndum: ni puto caso.