Pedro
Manuel de La Cruz
El
relevo en la Alcaldía
de la capital lleva aparejada la tentación de valorar la sustitución de Luis
Rogelio por Ramón Fernández Pacheco desde la filosofía gatopardista de que todo
cambie en la cúpula para que todo siga igual en sus aledaños. El pecado de caer
en una visión tan reduccionista sería considerado “capital” en el catecismo de
la política y, a la larga, la penitencia podría resultar dolorosa y doloroso
ese error de convicción.
La Voz de hoy |
La sombra de Luis Rogelio será alargada en la memoria. Más de doce años en la alcaldía es un territorio
tan amplio y con tantos perfiles que ni el viento frío del calendario lo podrá
desalojar de la historia de la ciudad. Ocurrió lo mismo con Santi (así le
llamaron hasta su ultimo día y le llaman en su recuerdo) y, en menor medida,
con Fernando Martínez y Juan Megino. Los alcaldes están condenados a llevar en
sus mochilas las piedras de la crítica cuando lo son y el reconocimiento cuando
dejan de serlo. Dos caras de una moneda que recoge el contradictorio
sentimiento ciudadano con el que aprenden pronto a coexistir. Ningún político
es más criticado que un alcalde, pero, tampoco, más valorado.
Pero esta permanencia en el recuerdo colectivo y en la imaginería de la ciudad
no traspasa los límites de su sucesor, ni le protege, ni le marca el camino más
allá de los proyectos por concluir. Quien piense que la época que dentro de unos días se abre supondrá una
continuidad mimética de la anterior acabará tropezando con la tozudez de una
realidad inevitable. No habrá ruptura -sería un despropósito-, pero Fernández
Pacheco está llamado -y obligado- a imponer su carácter.
"Lo atractivo de la situación que atravesamos es que nadie sabe, realmente, cómo es el nuevo alcalde y cuál va ser su trayectoria"
Nadie sabe aún hasta
donde llega y por donde irá la personalidad política de quien el próximo sábado
ya será el nuevo alcalde. No matará al “padre”, pero sí volará solo y ¡ay de
él! si no lo hace así: el primero en reprochárselo sería Luis Rogelio. El perfil de personalidad de un alcalde es tan potente que, para bien o para
mal -o, mejor escrito: para bien y para mal- no puede hacer abstracción de él.
Lo atractivo de la situación que atravesamos es que nadie sabe, realmente, cómo
es el nuevo alcalde y cuál va ser su trayectoria.
No hay en este desconocimiento torpeza de quienes le conocen ni ocultación intencionada de quien la protagoniza. La biografía personal y la mochila política acaban desvelando el equipaje argumental de la persona y es desde esos dos pilares desde los que puede predecirse como será el personaje.
En el caso
de Pacheco estas dos circunstancias han llegado a la cima del poder municipal
casi vacías de equipaje y, por tanto, cualquier predicción sobre lo que hará,
qué cambios abordará en su equipo de Gobierno, cómo serán sus relaciones con la
oposición y cuáles serán sus proyectos más importantes para la ciudad son
especulaciones más asentadas en la especulación que en la deducción.
"La cercanía de las elecciones generales obligan a una interinidad indeseada pero irremediable"
Pero si la biología y la trayectoria de Pacheco no facilitan la previsión sobre por donde irá el futuro, la cercanía de las elecciones generales obligan a una interinidad indeseada pero irremediable. Nadie sabe qué depararán las urnas el 20-D y pertenece al territorio de lo impredecible a lo que obligará la matemática electoral que determinen los resultados.
Un resultado que obligue a un pacto de gobierno entre PP y a Ciudadanos tendría una proyección en el gobierno municipal distinta a si lo que se alcanzan por los dos partidos de centro derecha es un acuerdo que posibilite la gobernabilidad. En el primer caso Ciudadanos entraría en el Gobierno con Cazorla ocupando un puesto de relevancia en la escalinata del poder y apuesto diez contra uno a que sería Urbanismo. En la segunda hipótesis -apoyo sin cogobierno- la comodidad de algunos concejales del PP sería directamente proporcional a la incomodidad del portavoz de Ciudadanos.
La quimera se desataría si el PSOE fuese el más votado en España y necesitara el apoyo de Rivera para gobernar. Aquí todo estaría por escribir y el relato municipal en aquellas ciudades en los que el PP gobierna con la abstención de Ciudadanos todavía no tiene redactadas sus primeras líneas.
Así las cosas habrá que esperar. Entramos en un tiempo de silencio municipal en
medio del ruido de la campaña. Pacheco nombrará portavoz y concejal de alcaldía
y esperará a enero para iniciar, de verdad y sin retorno, su camino. Ojalá que le vaya bonito y que la vida le vista de suerte. Por él, como alcalde
de la ciudad elegido democráticamente por el pleno; y por el desarrollo de la
ciudad que es, por encima de todo, a lo que aspiran los almerienses voten a
quien voten.