Teresa Rodríguez y la ficción parlamentaria

José Fernández
Periodista

La concentración de procesos electorales a lo largo de este chispeante año ha forzado la reiteración de entrevistas a los candidatos de los diferentes partidos políticos, en las que han incurrido en promesas incumplidas, aseveraciones extravagantes y manifestaciones que, al ser leídas o escuchadas, acaban produciendo reflexiones del tipo “vaya, habría estado mucho mejor sin decir algo así”.

Teresa Rodríguez
Me fijo ahora en la última entrevista aparecida en La Voz de Almería a la candidata de Podemos, Teresa Rodríguez, que ha estado en la capital haciendo campaña. Steve Jobs decía que él no buscaba respuestas en una entrevista, “sino lo que hay debajo de esas respuestas”. Y claro, cuando uno lee que la candidata de Podemos dice que “el Parlamento es en sí una ficción”, uno se pregunta qué demonios puede haber debajo de esa respuesta, cuando quien la ofrece es –precisamente- una parlamentaria. ¿En qué parte de la ficción debemos situar a la entrevistada? ¿En el antes o en el después de su proclamación como parlamentaria europea y andaluza?

"Este tipo de respuestas, tan pirotécnicas y tan llenas de resonancias contrasistémicas, son muy del agrado del votante que busca esta candidata, indignados e indignadas que quieren asaltar los cielos acampando al raso en las plazas"

Claro que ese tipo de respuestas, tan pirotécnicas y tan llenas de resonancias contrasistémicas, son muy del agrado del votante que busca esta candidata, indignados e indignadas que quieren asaltar los cielos acampando al raso en las plazas. Muy hermoso, sí, pero ¿acaso era también irreal el sueldo que ha estado percibiendo la descreída entrevistada?

Me temo que los euros que se han ingresado mensualmente en su cuenta no son quiméricos, ni tampoco utópicos, sino moneda de curso legal que desmiente el tono escéptico y displicente de sus palabras. Si tan ficticio y teatral le resulta todo a esta señora, que ponga en práctica la frase del único marxista creíble de la historia, Groucho Marx, que sentenció: “No quiero pertenecer a ningún club que me admita como socio”.