Emilio
Ruiz
Esta
mañana se reúne el Comité Federal del PSOE para adoptar una postura con vistas
a las negociaciones para elegir al nuevo presidente del Gobierno. El secretario
general, Pedro Sánchez, va a plantear una resolución con tres puntos: el
primero, respectar la iniciativa del PP de intentar formar Gobierno como la lista
más votada que es, contando, eso sí, con el voto en contra socialista; el
segundo, si Rajoy no logra una mayoría, el PSOE hará una oferta
programática al resto de partidos para intentar conformarla, y el tercero, si
fracasaran las dos anteriores, habría que ir a nuevas elecciones, pero haciendo
ver a la opinión pública que el PSOE habría hecho todo lo posible para
evitarlo.
Pedro Sánchez y Susana Díaz (Foto: lne.es) |
En
los días previos a la reunión del máximo órgano socialista entre congresos,
algunos ‘barones’ territoriales han calentado el ambiente poniendo en
entredicho la autoridad del secretario general, Pedro Sánchez, para conducir la
iniciativa de las negociaciones, cuando no directamente para desautorizarla o
marcar caminos distintos de los pretendidos por el máximo responsable del
partido. Entre estos ‘barones’ han destacado los secretarios generales y presidentes
de sus respectivas comunidades autónomas Susana Díaz y Emiliano García Page.
Tras
las elecciones, Susana Díaz no ha dejado pasar un solo minuto sin antes destacar
la importancia del voto andaluz en los exiguos resultados de su partido. Y es
verdad: Extremadura y Andalucía, precisamente las dos regiones más castigadas
por la reciente crisis –el presente- y por la historia –el pasado- suponen casi
un tercio de los diputados obtenidos por el PSOE en toda España. Pero esta
situación de fortaleza territorial no debe de servir como ejercicio de
contrapoder en un partido que tiene visión tan nacional que es precisamente el
partido que durante más años ha gobernado España.
Susana
Díaz se ha precipitado, primero, al recordar a Pedro Sánchez que la política de
pactos la marca el Comité Federal. Las evidencias no se recuerdan, y menos a
quien tiene de ellas el máximo conocimiento, excepto si se pretende transmitir
un mensaje cifrado. Pero, sobre todo, se ha precipitado al afirmar que “tampoco
se pueden sentar a negociar con fuerzas políticas, como Podemos, que están
planteando la ruptura de España".
La
configuración del Parlamento salido de las urnas el día 20 requiere de muchas
negociaciones, y también de muchas habilidades, entre los partidos. De esta
especie de crisis nacional saldrán más fortalecidos los partidos que mejor
sepan administrarla. Rajoy no ha demostrado precisamente torpeza al llamar de
inmediato a La Moncloa
a quien unos días antes le acusó de no ser una persona decente. Nadie tiene
duda de que, en una negociación, el que más pierde es quien no se sienta en la
mesa.
Pablo
Iglesias es reo de sus compromisos con Ada Colau y con las ‘mareas’ gallegas, y
con los valencianos. Los 60 escaños de Podemos no son en realidad de Podemos,
sino de un popurrí de partidos, candidaturas e intereses regionales. No es
sencillo administrar ese conglomerado tan variopinto. Pero lo que no puede
hacer el PSOE es darle argumentos a Pablo Iglesias para que salga victorioso de
la contienda postelectoral. El referéndum de autodeterminación es inasumible.
Pero que sea quien no renuncia a él quien se levante de la mesa y no quien
piensa, como Susana Díaz, que “con la unidad de España no se juega".