Los almerienses hacemos doble despedida: 2015 y Javier Arenas

Juan Folío
La Opinión de Almería

Hoy es día de despedidas. Despedimos el año 2015, que no se puede decir que haya sido muy bueno para los intereses de los almerienses pero tampoco se puede decir que haya sido de los más malos de la crisis. Y hacemos también despedida política: Javier Arenas, que es representante por nuestra provincia en el Parlamento de Andalucía, deja el escaño que obtuvo en las pasadas elecciones autonómicas.

Javier Arenas
(Foto: El Mundo)
La realidad es que la presencia del vicesecretario de Política Local y Autonómica del PP en la candidatura de Almería fue una sorpresa para todos. No lo fue, por ejemplo, cuando en las anteriores elecciones encabezó la candidatura de Almería y pretendía ser presidente de Andalucía. Vio bien no hacerlo por Sevilla para que tener que presentar una derrota de candidatura.

"En estas elecciones nada parecía apuntar a que Javier Arenas iba a concurrir de nuevo por Almería, y menos aún al Parlamento de Andalucía, y aún menos en el cuarto puesto de la lista"

En estas elecciones nada parecía apuntar a que Javier Arenas iba a concurrir de nuevo por Almería, y menos aún al Parlamento de Andalucía. Además, en el cuarto puesto de la lista, después de candidatos con mucha menos relevancia que él. Nunca nadie ha explicado todo ese movimiento electoral. El Partido Popular de Almería siempre se ha limitado a decir que es un honor acoger en sus listas a tan importante personaje.

"Centrará toda su actividad política institucional en el Senado, que suele ser el lugar en el que se reúnen quienes queman los últimos cartuchos de su vida política"

La renuncia de Arenas al acta de diputado por Almería en el Parlamento de Andalucía no significa que quien llegó a la política siendo un joven concejal de Sevilla abandone tan noble actividad. Ni mucho menos. Descabalgado también de las candidaturas al Congreso de los Diputados –“yo estoy a lo que diga Rajoy”, anunció, y Rajoy no dijo nada- centrará toda su actividad política institucional en el Senado, que suele ser el lugar en el que se reúnen quienes queman los últimos cartuchos de su vida política.