"Miguel Picazo, memoria de un cinéfilo", de Ignacio Ortega

Miguel Ángel Blanco Martín

Periodista

La afición cinematográfica puede tener varias vías de entrada. Y una de ellas, seguramente la más auténtica, es el encuentro en la niñez. Es lo que le pasó a Miguel Picazo (Cazorla, Jaén, 1927), autor, entre otras películas, de La tía Tula, adaptación de la novela de Miguel de Unamuno, un extraordinario ejemplo de la perfecta armonía entre cine y literatura. Para entender las claves del cine de Miguel Picazo ha aparecido el libro Miguel Picazo, crónica de un cinéfilo (Fundación Unicaja, 2015) escrito por Ignacio Ortega Campos, autor de la única historia, hasta ahora, que se ha escrito sobre el Cine en Almería (Crónica social del Cine en Almería, 1896-1939). El libro sobre Picazo fue presentado en el último festival Almería en Corto.

Ignacio Ortega
Los fundamentos del libro sobre el cine de Miguel Picazo esta en el método de Ignacio Ortega, que ha preferido ir al encuentro de Picazo, a través de la memoria del cineasta. Tras numerosos encuentros, el autor del libro ha conseguido desvelar el pensamiento, el mundo personal, ideas, emociones, recuerdos y, en definitiva, el cine tal como lo ha vivido y creado Miguel Picazo. El punto de partida, en este caso, está en el descubrimiento del cine en la infancia, en la sala cinematográfica de su pueblo. Desde los ocho años, casi todos los días Miguel Picazo entraba al cine, película tras película, gracias  a su amistad con el hijo del dueño de la sala. Y así empezó todo. “Nací y crecí para ese espejismo que se llama cine”.  Una infancia y adolescencia marcadas por la guerra civil y los años de postguerra, que explican las circunstancias de las raíces en Miguel Picazo y la base de su creatividad cinematográfica.

Su pequeña-gran historia de cinéfilo se la ha contado a Ignacio Ortega. Y de ahí, este libro, al que también se ha sumado otro cineasta de referencia, Julio Diamante (Cádiz, 1930), autor de un prólogo, un diálogo emocionante, un encuentro de dos veteranos cineastas y a la par cinéfilos: “Y hoy, Miguel…, en este tiempo de confusión y barbarie, creo que debemos evocar nuestra infancia y devenires. Y en este sentido me parece muy acertado este libro, no olvidar nuestras experiencias cinematográficas y vitales, las gratas para gozar y las menos gratas para comunicarlas a quienes vienen detrás de nosotros y puede resultarles útil conocerlas, mantener vivo el amor a nuestra tierra, tan hermosa y en ocasiones tan injustamente maltratada”.

Miguel Picazo,
crónica de un cinéfilo
El libro transita, pues, por las vivencias y su contexto, cómo los sentimientos de Miguel Picazo se forjan desde el asombro ante las películas que le van desvelando una forma de conocer la realidad, en la mentalidad virgen de su infancia y adolescencia, en Cazorla y Peal de Becerro. En la memoria de  Miguel Picazo permanece aquel tiempo, el contexto de la guerra, lo que viene después del cine, la importancia de las clases de pintura que recibe de niño; el futuro para un adolescente andaluz de provincia y su llegada a la Escuela de Cine en Madrid. Y toda la trayectoria como gran autor cinematográfico con sus películas: La tía Tula (1964), Oscuros sueños de agosto (1967), Los claros motivos del deseo (1977), El hombre que supo amar (1978), Escrito en América (1979), Sonata de primavera (1982), Extramuros (1985), las frustraciones ante el poder económico y la censura. Y los momentos del reconocimiento oficial con el Goya de honor (1996) y la Medalla de Andalucía (2014).

En este encuentro cinéfilo, no falta el talante poético con alusiones a Antonio Machado y Pablo Neruda; y el interés permanente del cineasta por la cartelera. Todo esto convierte a este libro en un texto importante para entender por qué el cine es clave para interpretar la realidad y nuestra historia. Algo que Ignacio Ortega ha hecho posible al rescatar de un posible olvido la memoria cinéfila de Miguel Picazo.