Pedro Manuel de la Cruz
Director de La Voz de Almería
Los
almerienses no hemos hecho buen negocio con el resultado de las elecciones. No
por la capacidad de los diez representantes elegidos; ni por su voluntad por
defender los intereses de la provincia. No pongo en duda su compromiso. Las
dudas aparecen cuando se mira el mapa político dibujado el 20-D y sus
consecuencias. Los españoles hemos decidido una situación política
ingobernable. Con los votos perdidos del bipartidismo han sobrevenido circunstancias
que en nada benefician a circunscripciones de relevancia menor como la
almeriense.
Gafarillos |
En la legítima aspiración de la llegada de la Alta Velocidad , el
olvido de quienes nos han gobernado durante los últimos cuatro años ha sido una
circunstancia tan negativa como puede llegar a serlo la disparidad programática
de quienes, en uno u otro lado, aspiran a gobernar. Contra el desdén siempre
queda la esperanza fundada de que una presión bien diseñada en la estrategia y
mejor planificada en el argumento pueda vencerle; contra la disparidad
programática de coaliciones forzadas por la aritmética electoral la batalla
está (casi) condenada al fracaso.
"Digámoslo claro: Ni Ciudadanos ni Podemos van a situar el AVE como una aspiración a satisfacer mediante la inclusión en Presupuestos de grandes partidas de dinero"
Nadie sabe qué va a pasar en los próximos dos
meses, pero el atajo más seguro en la previsión es que habrá que ir a unas
nuevas elecciones que quizá, solo quizá, puedan disipar algo el terreno
pantanoso en el que ahora nos encontramos. Pero mientras eso llega atengámonos
a la realidad. Una realidad que pone sobre la mesa algunos argumentos
incontestables.
El primero nos sitúa en la voluntad expresada públicamente por
PP y PSOE de que esta iba a ser la legislatura del AVE. Nunca he creído mucho
en la palabra de los políticos -y menos en campaña-, pero sí me acerco (aunque
con prevención) a la convicción de que populares y socialistas tenían asumida
esta reivindicación. El PSOE porque ya lo demostró durante el gobierno de
Zapatero con centenares de millones invertidos en los tramos almerienses. El PP
porque, tras su censurado olvido cuatrienal, estaba obligado a hacer ahora lo
que tenía que haber hecho antes.
Pero los Presupuestos no van a ser cosa de dos
a partir del próximo año. Han aparecido nuevos actores en escena que, si bien
es verdad que enriquecerán la obra, no es menos cierto que dificultarán el desenlace.
Porque digámoslo claro: Ni Ciudadanos ni Podemos van a situar la llegada del
AVE como una aspiración a satisfacer mediante la inclusión en Presupuestos de
grandes partidas para ello. Los programas de Iglesias y Rivera tienen otras
prioridades antes que la extensión geográfica de la alta velocidad ferroviaria;
no a Almería, sino a cualquier otra provincia española.
La Voz de hoy |
Nadie lo ha dicho en
campaña abiertamente, pero la filosofía “podemista” y la “línea económica” que
inspira a Ciudadanos discurren por vías alejadas de la vertebración ferroviaria
Pero si estas circunstancias de imposible cohesión aritmética y programática ya
dificultan la aspiración almeriense, la debilidad de un gobierno sin mayoría
sólida que lo respalde sólo viene a echar más leña al fuego en el que puede quedar
abrasada esa aspiración.
"Los gobiernos débiles solo son atractivos para adolescentes de la política y profesionales de la cofradía de la tertulia"
Los gobiernos débiles solo son atractivos para
adolescentes de la política y profesionales de la cofradía de la tertulia. Para
los ciudadanos nunca lo han sido; y, para las provincias sin relevancia
política en los centros de poder, como es Almería, esa debilidad extrema solo
puede acarrear perjuicios. Las mayorías absolutas corren el riesgo cierto de
acabar en la soberbia; las minorías debilitadas en la inacción. Y las dos
circunstancias son indeseables cuando se aspira y se necesita una gobernanza
que tenga en cuenta las próximas generaciones y no las próximas elecciones.
Lamentablemente en todos los partidos, en todos, ya se está pensando más en lo
segundo que en lo primero. Si la política es el arte de ordenar lo desordenado,
la matemática es una ciencia exacta a la que no puede burlar cualquier
coalición conceptualmente dispar. Hoy por hoy el pacto PP-PSOE es inviable, por
mucho que se empeñe Rajoy; tan inviable como el acuerdo PSOE-Podemos, más
independentistas, por mucho que se empeñe Pedro Sánchez.
Así las cosas todo
hace pensar que en mayo volveremos a las urnas. La solución no es buena, pero,
a la vista de la realidad, quizá pueda ser la menos mala de todas. Sobre todo
si la niebla comienza a disiparse y pudiera aparecer la posibilidad de un
gobierno con pilares más sólidos que los que propició el 20D.