Emilio
Ruiz
En
los últimos años la provincia de Almería ha protagonizado una transformación
social que hace décadas nadie podía imaginar: de ser tierra de huida ha pasado
a ser tierra de acogida. Casi el 20 por ciento de la población almeriense es
inmigrante. Conviven con nosotros personas de más de 150 nacionalidades,
creando un entorno multicultural y multirracial que jamás nadie nunca podía
imaginar. Solo en Roquetas de Mar las nacionalidades superan la centena y en El Ejido también la cifra anda por ahí. La mayoría de estos inmigrantes del
Poniente vienen atraídos por las posibilidades económicas que genera la
horticultura. La forma en la que llegan, generalmente no regulada, propicia la
creación de lugares marginales, potencialmente generadores de conflictos
sociales.
Disturbios en Roquetas |
Sucesos
similares a los ocurridos en el caso de la muerte de Amisao Nadjabarar han pasado otras veces. Recordemos, en los inicios de esta década, los
acaecidos a raíz del asesinato de Encarnación López, en El Ejido, o los
disturbios de 2008 en el barrio roquetero de Las 200 Viviendas a raíz de la
muerte de un joven senegalés. A pesar de eso, es inexacto afirmar que la zona
del Poniente sea especialmente generadora de conflictos raciales o xenófobos. Ni
éste de ahora lo es ni aquéllos de antes lo fueron.
"Para que los actos de delincuencia común no se vistan de tintes raciales es preciso contar con la colaboración de los propios inmigrantes"
El
mantenimiento de una convivencia pacífica y en armonía entre una población tan
heterogénea requiere de muchos esfuerzos, principalmente de las
Administraciones Públicas. Para que los actos de delincuencia común no se vistan
de tintes raciales es preciso contar con la colaboración de los propios
inmigrantes. Las asociaciones de inmigrantes, en estos casos, pueden desempeñar
un papel fundamental, como se ha visto en la desactivación del conato de
Roquetas.
En la
resolución de este caso no ha sido inútil la experiencia adquirida en sucesos
anteriores. Aún recordamos la brutal agresión al subdelegado del Gobierno,
Fernando Hermoso, en los conocidos como “Sucesos de El Ejido”. Desgraciadamente,
éste de ahora no va a ser el último acto delictivo que cometa un ciudadano de una
raza u otra, o de un grupo étnico u otro. Pero sí debe ser el último que se
asocie con cuestiones raciales o xenófobas que tan lejos andan de la realidad.