Antonio Felipe Rubio
Periodista
El personaje que mayor protagonismo y
visibilidad ha alcanzado tras el fiasco del proyecto de “chiringuito de Mónsul”
promovido por la Junta de Andalucía es la alcaldesa de Níjar, Esperanza Pérez.
La regidora se ha apresurado a expresar y emitir su gran alegría por el anuncio
de retirada del proyecto, definitivamente descartado por la Junta de Sevilla.
Esperanza Pérez |
La Junta de Andalucía, al no encontrar
aspirantes a tan problemática instalación, decidió ampliar el plazo arguyendo el
peregrino recurso de cambio de denominación del sistema de evacuación y
contención de residuos; así, incluyendo una modificación en el pliego, podría
volver a correr el plazo de la convocatoria e intentar convencer las reticentes
iniciativas a emprender este conflictivo proyecto que, en todo momento, ha sido
calificado por Medio Ambiente de “exquisito cuidado, previendo todos los
preceptos medioambientales y acomodo a la legislación vigente”.
"La alcaldesa se alegra por no hacer nada, ya que no presentó alegación alguna al proyecto, el único gesto que hubiese evidenciado su oposición"
Incluso, según
publica “NoTicias de Níjar”, el delgado de Medio Ambiente ha reconocido que cuando se
conoció el proyecto, desde el Ayuntamiento de Níjar “se habían expresado
algunas reservas” sobre su idoneidad. Sin embargo, según Martínez, una vez que
se aclararon los puntos que presentaban dudas para el consistorio, no ha habido
problemas y “el Ayuntamiento no ha presentado alegaciones”.
Y aquí es donde se desvela el
papel de la alcaldesa de Níjar: silencio y connivencia con la Junta, hasta
estallar en alegría al retirarse el proyecto. O sea, la alcaldesa se alegra por
no hacer nada, ya que no presentó alegación alguna al proyecto, el único gesto
que hubiese evidenciado su oposición. Todo lo contrario; prefirió callar y
dejar hacer a la Junta hasta que el proyecto decayó por ausencia de interés
industrial. De haber interesados, hoy tendríamos la alegría de la alcaldesa por
el desbordante interés y concurrencia mostrados para este “magnífico proyecto
que otorga un notable valor añadido a la extraordinaria promoción del Parque
Natural por parte de La Junta de Andalucía y el Ayuntamiento de Níjar y tal y
tal”.
La actuación de la alcaldesa es de manual de
seguidismo y vasallaje que tradicionalmente impone la Junta del PSOE de Sevilla
aunque intente edulcorar con un brote de sensibilidad, diálogo, etc. hacia las
voces críticas contrarias a la instalación del chiringuito playero. Vamos, que
ahora a la Junta se le ablanda el corazón y las meninges y se vuelve sensible a
las voces críticas y reivindicativas; exactamente igual que su “sensibilidad”
para el Materno-Infantil, remodelación de Plaza Vieja y Casa Consistorial u
once años demorando “juntar voluntades” con la A-92, sin olvidar el actual
arranque de pitacos que cuenta con idéntica contestación social, y ya verán
cómo atiende la Junta esas sensibilidades contrarias a sus caprichos.
El problema del Parque Natural Cabo de
Gata-Níjar es fruto de un nefasto modelo de gestión, incapaz de aportar riqueza
y promoción de alcance. Con el argumento de la singularidad y virginidad se ha
logrado llevar a la ruina a los propietarios de parcelas cuyo horizonte de
negocio se centra en la contemplación del pastizal y precaver dónde pisas. Lo
que en otros lugares es una bendición y fuente de riqueza aquí es una maldición
y permanente polémica, sin olvidar esperpentos de alcance planetario como el
Hotel Algarrobico que enredó la Junta hasta límites hilarantes; y sin
despreciar el “emblemático” derrumbamiento del Cortijo del Fraile que terminará
por ser únicamente tangible en la semblanza literaria de Federico.
Necesariamente tiene que existir otra
alternativa que no pase por el afloramiento de encendidas polémicas ante
cualquier actuación en el Parque. Ya no digamos sobre iniciativas privadas que
contemplan el escenario como el templo de la estulticia. En definitiva, que
todo se ha solucionado para seguir lo mismo que estábamos: progreso.