Antonio
Jesús González Zapata
Agente
cultural de CongreSur en la Red de Museos Municipales de Almería
Almería
esconde en sus entrañas una red de refugios anti bombardeos de cuatro kilómetros y medio.
A finales de 2006 se abrieron al público unos 900 metros , y hoy en día
es uno de los monumentos más visitados de la capital. Pero, ¿y el resto de
galerías? La mayoría de ellas permanecen cerradas, algunas no han visto la luz
de una bombilla en décadas, y permanecen intactas como una gran cápsula del
tiempo, detenido justo tras el final de la Guerra Civil Española.
Aún hay sin abrir 4,5 kilómetros |
Los refugios, entre lo más visitado de la ciudad |
Uno
de los refugios más impactantes que aún se conservan es el que hay situado bajo
la iglesia de San Pedro. Desde la gran galería bajo el Paseo de Almería parte
un ramal que nos lleva hasta él. No hay circulación de aire como en los tramos
“turísticos”. La oscuridad y el silencio te envuelven en una atmósfera
enrarecida. El refugio se encuentra tapiado solo a medias por lo que, tras
saltar un muro que llega hasta la cintura, accedes a él. El haz de la
linterna recorre las paredes y de pronto se topa con algo escrito en tiza, con
grandes letras, que te hace retroceder 80 años en el tiempo: “Viva la República
Española”.
Según vas recorriendo el refugio encuentras más grafitis con nombres
y fechas. Entonces ves algo que te deja sin respiración: un vaso de cristal
descansa sobre un banco de ladrillo y piedra. Y te hace comprender que allí
abajo, protegidos bajo el frío hormigón, hubo seres humanos que pasaron mil
penurias, que aquello fue real. Aquel vaso es como los zapatos del campo de
concentración de Majdanek, o las gafas en Auschwitz: objetos cotidianos
capaces de golpear nuestras conciencias.
El
refugio de San Pedro tan solo es una mínima parte de todos esos metros de
galerías que he tenido la enorme suerte de recorrer. El ‘refugio de los pozos’
(como yo lo llamo debido a que en sus paredes está escrita la palabra ‘pozo’
tres veces con enormes letras pintadas a brochazos), las galerías de acceso
desde el Mercado Central, las que desde el Teatro Cervantes bajo la calle
General Tamayo llevan hasta la calle Real, el tramo final de la propia galería
del Paseo… Retazos de nuestra historia reciente que permanecen sumidos en
una oscuridad eterna. Pero hay más, muchos más.
Desde la Puerta de Purchena partían dos ramales que comunicaban los refugios
del Paseo con la Avenida Pablo Iglesias y la calle Rambla Alfareros hasta la
iglesia de San Agustín por un lado, y con la iglesia de San Sebastián por otro.
Ese ‘cruce de caminos’ fue destruido al construir el parking de la Rambla
Obispo Orberá, por lo que el acceso a los refugios al norte de la ciudad es
imposible. Tenían una extensión parecida al que hoy podemos recorrer en la
visita turística, y allí siguen: esperando a que algún día el haz de una
linterna desvele sus secretos.