Miguel
Pérez Valiente
Glosas
Teatrales
El
patio del colegio es un entorno aparentemente lúdico y seguro en donde muchos
niños conocen por primera vez la amarga experiencia de no encajar; donde
muchos, por primera vez, se enfrentan a la soledad o descubren el miedo
a la agresión verbal o física. En ese aparentemente inocuo recinto de
hormigón ser diferente no es un valor en alza ya que las personalidades en
formación se desarrollan buscando el apoyo radicular en la gran tiranía
del concepto «normalidad».
Roberto Enríquez y María Adánez |
La
espoleta que activó la pulsión creadora de Paco Bezerra (1978) fue
una noticia sobre un caso acontecido en los Estados Unidos: Gryson
Bruce, un niño de 9 años de Carolina Norte que en 2014 sufrió
acoso por apartarse del supuesto modelo heteronormativo imperante en
el microcosmos escolar (entre alumnos y profesores por igual). Parece ser que
algunos entendieron que el muchacho desafiaba el status quo del colegio al
llevar una colorida mochila de la serie My Little Pony.
Hasta ahí todo básicamente
normal, los infantes encuentran siempre un motivo para encontrar un chivo
expiatorio: gafas, sobrepeso, orejas grandes, etc. En este caso el asunto cobró
un cariz mucho más importante porque la dirección del colegio, lejos de
aprovechar ese conflicto para educar en valores a los niños, tomo partido por
los acusadores y exigió a los padres que Greyson no volviera a acudir a clase
pertrechado con un objeto tan provocador.
El
conflicto que presenta la dramaturgia está de triste actualidad también en
España. La visión con que lo aborda Bezerra interesa porque se aparta
del esquema simplificado de los buenos y los malos apostando por
presentar los múltiples factores que afectan a este problema: prejuicios,
miedos, sobreprotección, temor a no encajar, hipocresía y decepción. Al
ritmo quizá un poco ralentizado de la parte expositiva (da la impresión de que
algunos diálogos han sido estirados más de lo que convendría), viene una
segunda parte que realmente resulta absorbente y motivadora.
Para entender
completamente la atmósfera y la intención del final creo que es
aconsejable conocer un poco sobre los valores y la filosofía que impregna la
serie Mi pequeño Pony. La niñez solo acaba con la muerte, renunciar a
buscar en la realidad algo de la fantasía que gobierna el devenir de
los personajes de los dibujos animados.
Paco Bezerra |
El
viaje que realizarán los personajes, la madre, Irene –María Adánez–
y el padre Javier –Roberto Enríquez–, les situará en
diferentes planos éticos y morales, sus motivaciones, no siempre
comprensibles desde la comodidad del patio de butacas, serán
argumentadas provocando un interesante ejercicio de reflexión. Nunca los
conflictos vitales se pueden expresar en blanco y negro, la
experiencia humana está constreñida en un complejo
entramado tridimensional donde abundan las diferentes gamas del gris por
lo que los juicios sumarísimos casi siempre son poco pertinentes.
"El conflicto que presenta está de triste actualidad también en España, y la visión con que lo aborda Bezerra interesa porque se aparta del esquema simplificado de los buenos y los malos"
El
duelo dialéctico de gran carga emocional, que a veces recuerda a Mamet,
requiere un trabajo interpretativo exigente volcado en la credibilidad y en el
ritmo. A Roberto Enríquez, un actor privilegiado para el teatro, al que yo
no veía desde la potente Málaga de Lukas Bärfuss (otro estupendo
texto que aborda conflictos en el seno de la familia). En esta ocasión,
Enríquez vuelve a manejarse con esa verdad y precisión habitual en él.
Del
trabajo de María Adánez se podrá decir con acierto que es uno de
los más ricos en matices que ha realizado en su carrera. Ambos han tenido
la suerte de estar dirigidos por un director en el que se mezcla la mirada
humanista con la exigencia técnica, Luis Luque. El habitual
colaborador de Paco Bezerra, deja su impronta en la huida del
artificio y una honestidad del trabajo actoral que siempre conmueve al
espectador. Además de su contribución en la dirección, Luque –y los propios
actores– han colaborado activamente con Bezerra en la génesis del
texto teatral.
Otro
elemento absolutamente destacable del montaje es el trabajo de vídeo-creación a
cargo de Álvaro Luna. Si ya disfrutamos muchísimo del magnífico resultado de su
anterior colaboración con Paco Bezerra, El señor Ye ama a los dragones (8
candidaturas a los premios MAX), el trabajo que realiza aquí es incluso más
memorable: emotivo, mágico, onírico, imprescindible sin resultar invasivo, etc.
Realmente un elemento capital en esta producción.
Todos
los demás aspectos artísticos y técnicos: escenografía de Monica
Borromello; música de Luis Miguel Cobo; iluminación de Juan
Gómez-Cornejo y vestuario de Almudena Rodríguez a un nivel
exquisito que hace que la factura de la producción sea intachable.
Después
del estreno en Alcalá de Henares, Mi pequeño Poni girará por España hasta
llegar a Madrid en el mes de agosto de 2016 en el Teatro Bellas Artes.