Fran Narbona
@_narbona_
Al ver el otro día en un cartel publicitario la campaña del
ayuntamiento Almería es tu casa, no la cagues me vinieron a la cabeza las
decenas de veces que tuve que ir mirando al suelo para no pisar una de las
cacas que nuestros queridos convecinos dejan al paso de sus inocentes
mascotas. Algunos dejan sueltos por la calle a sus perros, sin percatarse de
las deposiciones que dejan. Otros, sin embargo, son plenamente conscientes de
dichas deposiciones, permitiéndonos disfrutar del característico olor que dejan
a nuestro paso, o consiguiendo que nos acostumbremos a él al quedar pegado en
nuestras suelas.
Gráfico: supercachorros.org |
Sea como fuere, esta campaña municipal visibiliza un problema
cívico que degrada el encanto de nuestra ciudad, nos inhibe de pasear por sus
calles y nos deja momentos desagradables si no vamos con mil ojos. ¿Son los
carteles, las cuñas de radio y la publicidad en prensa la solución? Lo dudo.
¿Es viable vigilar eficazmente para cazar a los que incumplan la ley y proceder
a las multas correspondientes? Evidentemente no. Entonces, ¿Qué hacemos?
Tal
vez, si cada vez que uno de nosotros presencia una de estas gracias vecinales se lo recrimináramos al guarro de turno, a la tercera, o la cuarta,
más por vergüenza que otra cosa, este empezaría a llevarse consigo el típico
hueso de bolsitas, o el clinex de turno. Soñar es gratis.