Antonio Felipe Rubio
Periodista
Recientemente
hemos conocido la puesta en escena de la reactivación de proyectos que quedaron
paralizados por diversos motivos. Fijar el plazo de ejecución de las obras en
Plaza Vieja y rehabilitación del Ayuntamiento, así como la continuidad de la
variante de Roquetas, han sido recientes actuaciones estelares de la consejería
de Fomento. Y todo esto ha coincidido -no con mayor transcendencia- con el
descubrimiento de las ondas gravitacionales. Si
Albert Einstein hubiese sido coetáneo de la Junta del PSOE de Sevilla habría
pasado de la teoría a la certeza en su intuido concepto de simbiosis
espacio-tiempo y las ondas gravitacionales que lo modulan.
Susana Díaz |
Si
hay una fuerte colisión institucional (confrontación), inmediatamente le
secunda una ondulación que se propaga por un espacio-tiempo indeterminado
generando unas oscilaciones que se amortiguan con el paso del tiempo hasta
disiparse en el éter sutil. Como toda onda, se parece a las olas de la mar, y
tiene su semiciclo positivo y semiciclo negativo (cresta y valle). En la cresta
de ola está la Junta espumando el concepto “es un proyecto prioritario para
Almería”. En el valle de la ola estamos los ciudadanos a la espera de un cambio
de fase, subfase o interfase (obras en Plaza Vieja) que nos eleve del seno para
alcanzar la visibilidad de un horizonte esperanzador o, en el peor de los
casos, llegar al rompiente… y ahí se acabó la historia.
"...es como el “efecto Susana” -un chispeante fenómeno de la naturaleza- que lleva a Almería en su corazón, pero hay dificultades científicas para demostrarlo"
Las
ondas gravitacionales siempre han estado ahí, el problema es que no había
certeza de su existencia porque no había ingenio para evidenciarlas y medirlas.
Siempre existió la electricidad hasta que la descubrió Galvani, Coulomb, Volta…
Es como el “efecto Susana” -un chispeante fenómeno de la naturaleza- que lleva
a Almería en su corazón, pero hay dificultades científicas para demostrarlo.
Existe
un gran paralelismo entre las ondas gravitacionales y la Junta de Andalucía.
Imaginen que, al nacer, a todos los bebés les colocan una pinza en la nariz; la
consecuencia es que, aun existiendo los olores, ningún individuo podrá
distinguir aroma alguno. Con las ondas gravitacionales ocurre algo similar.
Hasta la fecha no teníamos el “sentido” adecuado para distinguir estas
vibraciones, como lo es la luz o el sonido. Ahora, con un nuevo sentido,
podemos ver, oír, examinar y prospectar nuevas facetas del Universo.
Así mismo,
con la Junta ocurre otro tanto. Hay personas que han nacido, crecido, reproducido
y, lamentablemente, desaparecido sin poder conocer otra cosa que la Junta del
PSOE de Sevilla. No han podido desarrollar otro sentido que pudiese descubrir
otras facetas del reducido universo conocido que les ha confinado en un entorno
controlado durante treinta y dos años, siempre mirando la Andalucía Súper Star
y con escasas esperanzas de giro copernicano.
El
problema de las ondas gravitacionales es su leve intensidad y la lejanía del
evento que las produce. Imaginen la Expo Universal del 92 en Sevilla. Su
equivalencia galáctica es del orden de supernova: AVE a Madrid, Isla de la
Cartuja, A-92, fastos, celebraciones, construcciones, monumentos… Ahora,
coloquen un dispositivo detector de ondas gravitacionales en La Molineta, y
midan los efectos y repercusión del evento sevillano en Almería: ligero rumor
de sevillanas corraleras y alguna cabeza de langostino sanluqueño. Poca cosa.
La
utilidad de las ondas gravitacionales es vital para descubrir nuevos secretos
del Universo. Lo mismo que estar en la “onda” de la Junta es descubrir el
secreto para una magnífica existencia.